Durante los últimos años nos hemos acostumbrados a la omnipresencia de un discurso acrítico sobre el uso de la tecnología en nuestra vida diaria. Socialmente, cualquier proceso o servicio parece mejorar desde el momento en el que se le aplica un barniz digital, sea cual sea el objetivo perseguido.

Esta visión idealista y superficial del papel de la innovación en nuestro entorno actual, que también nos afecta como docentes, nos ha llevado a aceptar propuestas de aula que en cualquier otro momento habríamos rechazado de plano.

Aunque parezca lo contrario, no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica

A menudo, por desgracia, nos encontramos con el efecto contrario. La raíz de este problema nace de la fascinación del usuario novel ante el carrusel rutilante de las herramientas recién estrenadas.

El uso de entornos digitales en la enseñanza de segundas lenguas tiene ventajas que saltan a la vista: multimodalidad, ubicuidad, flexibilidad, gran capacidad de adaptación, disponibilidad y un largo etcétera.

Sin embargo, hay que crear un marco evaluativo previo que nos permita establecer la eficacia de una propuesta de aula abierta al ecosistema digital. En ese sentido, pensamos que se debe exigir de las acciones de aprendizaje en segundas lenguas:

▪  que favorezcan la comunicación, por encima de la práctica de la forma, aunque sin perder de vista esta última,

▪  que se integren naturalmente en el aula estableciendo un continuum en el aprendizaje y que, por lo tanto, no sean disruptivas,

▪  que produzcan un grado de estrés tecnológico asumible que las haga verdaderamente rentables en el balance didáctico y

▪  que faciliten los procesos de enseñanza y aprendizaje, abriendo posibilidades didácticas que no existirían de otra manera.

¿Añadiríais vosotros algún criterio más? ¿pensáis que algunos de estos (¡o quizás todos!) son prescindibles?

Créditos de la imagen de este artículo: Free Images

Francisco Herrera

Director del centro, CLIC IH Cádiz

Francisco Herrera es Doctorado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada en 1998 y cuenta con veinte años de experiencia en la enseñanza del español como lengua extranjera y en la dirección de centros de idiomas. A menudo da cursos de formación de profesores, sobre todo en su especialidad, que es el uso de la tecnología en el aula de español, tanto para universidades como para el Instituto Cervantes o instituciones en el extranjero. Sobre todo me gusta que mis alumnos se comuniquen en español a través de las redes sociales (como Facebook o YouTube), publicando contenidos en blogs o usando el podcasting (audio en red).

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