Durante los últimos años nos hemos acostumbrados a la omnipresencia de un discurso acrítico sobre el uso de la tecnología en nuestra vida diaria. Socialmente, cualquier proceso o servicio parece mejorar desde el momento en el que se le aplica un barniz digital, sea cual sea el objetivo perseguido.
Esta visión idealista y superficial del papel de la innovación en nuestro entorno actual, que también nos afecta como docentes, nos ha llevado a aceptar propuestas de aula que en cualquier otro momento habríamos rechazado de plano.
Aunque parezca lo contrario, no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica
A menudo, por desgracia, nos encontramos con el efecto contrario. La raíz de este problema nace de la fascinación del usuario novel ante el carrusel rutilante de las herramientas recién estrenadas.
El uso de entornos digitales en la enseñanza de segundas lenguas tiene ventajas que saltan a la vista: multimodalidad, ubicuidad, flexibilidad, gran capacidad de adaptación, disponibilidad y un largo etcétera.
Sin embargo, hay que crear un marco evaluativo previo que nos permita establecer la eficacia de una propuesta de aula abierta al ecosistema digital. En ese sentido, pensamos que se debe exigir de las acciones de aprendizaje en segundas lenguas:
▪ que favorezcan la comunicación, por encima de la práctica de la forma, aunque sin perder de vista esta última,
▪ que se integren naturalmente en el aula estableciendo un continuum en el aprendizaje y que, por lo tanto, no sean disruptivas,
▪ que produzcan un grado de estrés tecnológico asumible que las haga verdaderamente rentables en el balance didáctico y
▪ que faciliten los procesos de enseñanza y aprendizaje, abriendo posibilidades didácticas que no existirían de otra manera.
¿Añadiríais vosotros algún criterio más? ¿pensáis que algunos de estos (¡o quizás todos!) son prescindibles?
Créditos de la imagen de este artículo: Free Images

Francisco Herrera
Director del centro, CLIC IH Cádiz
Francisco Herrera es Doctorado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada en 1998 y cuenta con veinte años de experiencia en la enseñanza del español como lengua extranjera y en la dirección de centros de idiomas. A menudo da cursos de formación de profesores, sobre todo en su especialidad, que es el uso de la tecnología en el aula de español, tanto para universidades como para el Instituto Cervantes o instituciones en el extranjero. Sobre todo me gusta que mis alumnos se comuniquen en español a través de las redes sociales (como Facebook o YouTube), publicando contenidos en blogs o usando el podcasting (audio en red).
Si quieres, puedes leer otras contribuciones suyas en este blog.
Me ha parecido muy útil el artículo. Conicido plenamente con que previo a proponer una actividad con recursos tecnológicos en el aula, es indispensable evaluar si la incorporación de la tecnología verdaderamente facilitará el logro del objetivo. Es importante hacer un uso efectivo de los recursos tecnológicos de manera que estos promuevan el aprendizaje significativo, la colaboración y la participación del alumno en un proceso de enseñanza aprendizaje que incorpore de manera natural la tecnología sin descuidar la dosis de estrés tecnológico que ésta aporta.
Estoy de acuerdo con mis compañeros, además, en que es necesario que el docente se forme constantemente en el uso y manejo de la tecnología como herramienta pedagógica.
Completamente de acuerdo con vuestras opiniones. El empleo de la tecnología en el aula conlleva innumerables ventajas pero, eso sí, siempre que el docente posea el control total sobre las actividades propuestas, pues, en caso contrario, como comenta José María, podría suponer el fracaso de las mismas. Asimismo, es conveniente, por no decir imprescindible, estar preparados ante posibles fallos inesperados a la hora de realizar cada actividad, pues, si algo tienen las tecnologías es su carácter imprevisible -en muchos casos- en cuanto a los fallos. Respecto a cómo afrontan los alumnos este tipo de actividades, suscribo totalmente lo expuesto en el artículo, ya que el alumno debe encontrarse lo suficientemente cómodo como para poder centrarse en la actividad y en los objetivos que con ella se persiguen y, en ningún caso, el estrés tecnológico debe convertirse en un inconveniente real para el alumno. Si esto llega a suceder, estaríamos ante un síntoma claro de fracaso de la actividad.
Yo he sido profesora en la “era pre- digital”, por lo tanto no tengo experiencia sobre el tema pero no dudo que en el futuro me serviré de las nuevas tecnologías, si el entorno lo permite ( hay ciertas aulas, en ciertos países, que no disponen de ellas), como una herramienta más entre muchas otras. Lo importante, como dice Francisco, y muchos de vosotros corroboráis, es que , como no hay herramientas multiusos ( a parte de la navaja suiza), las herramientas que las nuevas tecnologías nos aportan deben ser analizadas para poder ser utilizadas adecuadamente según los objetivos específicos que se quieran alcanzar.
Desde luego, las características de estos entornos digitales son de una gran riqueza didáctica; motivadores, flexibles, estimuladores de capacidades y de intereses, desarrollan la autonomia y la auto- responsabilidad, rasgos todos ellos que van a participar activamente en el buen desarrollo del proceso de aprendizaje, pero que sin una buena adaptación a las exigencias de los objetivos marcados, pueden volverse contraproducentes.
Interesante reflexión la planteada aquí. En general está claro que la aparición, o mejor dicho ya, implantación, de las tecnologías (sobre todo el asunto de las web 2.0) en la enseñanza han significado una especie de «revolución» en el trabajo del docente.
Mi experiencia (como profesor de las áreas de Humanidades y Sociales) me dice que todo esto es una ventaja, siempre y cuando se usen con moderación; soy de los que opina que un profesor en enseñanzas obligatorias y bachillerato, nunca debe abandonar la tiza (o el rotulador edding).
Ahora bien, en el caso de las enseñanzas de segundas lenguas, se me antoja esta herramienta más que decisiva, siempre y cuando el aula en cuestión tenga los medios técnicos suficientes, y el profesor sepa usarlas de manera correcta y adecuada, ya que en este tipo de enseñanzas (según la brece experiencia que he tenido) los grupos pueden ser de edades muy variadas y a a veces incluso mezclados en varios rangos (niños, jóvenes y mayores).
Los criterios que se han nombrado en el artículo me parecen muy razonables. Usar la tecnología en el aula no es simplemente, encender un proyector y un ordenador o tablet, supone mucho más; y sobre todo en estos tiempos, en los que te puedes encontrar con un alumnado perteneciente entero a la llamada «generación digital».
Muy interesante. Invita a la reflexión y a analizar si realmente se está haciendo un buen uso de las herramientas digitales en el aula. En mi opinión, es un elemento necesario en la enseñanza de una segunda lengua porque proporciona acceso a la lengua objeto de aprendizaje desde el minuto uno y en diferentes contextos y con una gran disponibilidad y flexibilidad.
Por otra parte, dependiendo de la edad del estudiante, este aprendizaje deberá ser guiado de manera proporcional y aquí es dónde un buen profesor tiene que conocer las necesidades de sus alumnos y estar familiarizado con los recursos tecnológicos de que dispone para darle una buena funcionalidad en el aula.
En resumen, me inclino a pensar que las nuevas tecnologías son un recurso necesario en el aula, como elemento motivador y favorecedor en el aprendizaje. Pero requiere de un conocimiento previo por parte del docente para que no se convierta en un simple entretenimiento, que es quizás lo que los alumnos, a priori, podrían esperar.
Mi opinión al respecto es que debemos tener un conocimiento adecuado acerca de las herramientas que vamos a utilizar, de que manera y en que momento las utilizaremos. De nada sirve que utilicemos las tecnologías de la información cuando no sabemos adaptarlas a las circunstancias. Es por ello que las nuevas tecnologías no debe de ser el único elemento que utilicemos en el aula.
Muy cierto lo que expresa Francisco Herrera, los puntos a considerar en el marco evaluativo que nos propone son imprescindibles para analizar y justificar el uso de cualquier recurso tecnológico en el aula, y no implementarla solo por porque sí o como un recurso del profesor que no preparó la clase.
Me gustaría enfocar mi comentario en esta frase: “Aunque parezca lo contrario, no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica”, la cual es muy cierta pero es una realidad que en un futuro que ya es presente, toda innovación didáctica llevará implícita una propuesta tecnológica de algún tipo, por lo que debemos siempre estar en constante capacitación, ser receptivo y abierto a probar las nuevas tecnologías para ser usadas dentro del aula, no cerrarnos a que la dinámica de trabajo es y será mejor con papel y lápiz.
Un buen profesor, analizará e irá poco a poco descubriendo en sus alumnos los factores que intervienen durante el proceso de aprendizaje y dependiendo de esos factores se puede ir incorporando los recursos tecnológicos más adecuados y evaluando su impacto y funcionalidad dentro del aula, como lo menciona Francisco en su marco evaluativo.
En definitiva la tecnología nunca superará la capacidad humana y sensible que tiene el profesor, sin embargo no podemos cegarnos y rechazar la realidad de que la tecnología es parte de nuestra vida diaria y para las nuevas generaciones será algo imprescindible por lo que es mejor es estar preparados, debemos hacer equipo con ella, debemos conocerla, utilizarla, evaluarla, seleccionarla y hacer uso de estos recursos como un complemento en el aula.
¡Totalmente de acuerdo! Creo que en ocasiones se ve el uso de la tecnología en el aula como algo muy innovador, sin ser crítico ni considerando cuáles son los objetivos por los que queremos incluirlos en nuestras clases. Considero que utilizar la tecnología como herramienta para aprender lenguas puede ser muy útil si no se olvidan otros aspectos de la enseñanza. De los puntos que menciones, me parecen más importantes que el uso de la tecnología favorezca la comunicación, por encima de la práctica de la forma (pero teniéndola en cuenta), y que estas se integren naturalmente en el aula estableciendo un continuum en el aprendizaje y que, por lo tanto, no sean disruptivas.
No cabe duda de que la tecnología nos sitúa en un paradigma educativo diferente, pero comparto también, como se ha señalado en anteriores comentarios, la idea de que el avance tecnológico es una herramienta muy valiosa en la enseñanza de segunda lenguas, pero solo una herramienta. No es un fin que justifique cómo en ocasiones las clases pueden llegar a servir de feria de muestras tecnológicas, sin preguntarnos si realmente se produce una mejora en la actividad educativa.
Dos puntos del texto me parecen fundamentales: la integración anteriormente aludida (la finalidad precisa y comprobada dentro del aula del avance tecnológico) y, por otra parte, estar seguros de que el alumnado puede hacer uso de esas herramientas sin que se produzcan graves problemas de seguimiento. Hemos de entender que el peso de la enseñanza debe recaer sobre esa segunda lengua, no sobre las competencias tecnológicas que puede tener el alumno.
Pero, más allá de estos y otros problemas de implementación ya comentados en anteriores contribuciones, la tecnología sigue siendo un gran aliado en el acceso al conocimiento, con lo que no cabe duda de que el proceso de enseñanza-aprendizaje se verá muy beneficiado si hacemos un uso adecuado de la misma.
Estamos en la era de las iniciativas tecnológicas con aplicaciones en prácticamente todos los ámbitos de la vida diaria. Su difusión ha adquirido el significado social de modernidad como reclamo publicitario sin pararse a cuestionar su verdadera efectividad.
En el campo de la educación no debemos olvidar que las herramientas clásicas de enseñanza siguen resultando muy eficaces si se sabe cómo utilizarlas. En este sentido y ajeno a los intereses de cada centro escolar, no me parece acertado el simple hecho de sustituir unos medios de enseñanza tradicional por otros de perfil tecnológico sin cerciorarse de la verdadera aportación de estos últimos.
Los principales protagonistas en su instauración deberían ser el equipo docente y el alumnado teniendo en cuenta una utilización gradual, adaptada a las condiciones particulares de ambos y amparada en unos objetivos de aprendizaje establecidos.
En el caso de la enseñanza de idiomas, me resulta interesante la reflexión de Mabel y Cristina al considerar la tecnología como un instrumento motivador que hace partícipe al alumno de una realidad en la que se siente protagonista de su necesidad de comunicación, pero siempre bajo unas directrices docentes.
Sin embargo, creo que estas circunstancias exigen un periodo de prueba hasta alcanzar una madurez digital que permita disfrutar de la experiencia con la suficiente capacidad para autogestionar la enorme cantidad de recursos disponibles.
En respuesta a la pregunta formulada, me considero un profesor tecnofílico siempre que la tecnología se utilice como una herramienta para alcanzar una finalidad sin ser en sí misma la propia finalidad, como apunta Luis Manuel.
El binomio enseñanza-aprendizaje debería estar sujeto a esta premisa pues una orientación inadecuada supondría un descontrol en el proceso educativo.
La implantación de cualquier recurso formativo sin una correcta evaluación puede estar condenada a un fracaso irreversible desde el principio aunque haya demostrado eficacia en otros contextos pedagógicos. Estoy de acuerdo con Francisco al afirmar que una experiencia nefasta es una oportunidad perdida.
Opino igual que mis compañeros. No por usar la tecnología no implica estar mejorando la clase, por eso hay que saber de antemano cuales son las ventajas que nos aportará y en que momento y para qué la usaremos. Explicar o leer la información de un proyector en vez de un libro no es favorecerse de las TIC en el aula ni añade ninguna ventaja, sino que incluso puede traer problemas técnicos que generalmente los profesores no saben arreglar. Pienso que es una buena idea en el caso que nos preocupa ahora que son las clases de español el hacer una lista de las ventajas que nos pueden aportar las TIC: favorece la comunicación fuera y dentro del aula entre estudiantes, diccionarios online con audios de la pronunciación correcta de las palabras, acceso a juegos y ejercicios de vocabulario o gramática, acceso a ejercicios extra para los alumnos aventajados o que acaben antes las tareas… Una vez que tenemos claro como favorecernos de la tecnología solo queda planear la sesión, combinando tecnología con otros métodos y observar resultados, y ya de ahí ir viendo que mejorar.
Coincido con el artículo y la mayoría de las opiniones. A mi parecer las nuevas tecnologías deben utilizarse como un recurso más y siempre con sentido común. Creo que es enriquecedor para el docente conocer las posibilidades que ofrecen, pero luego su uso tendrá que adaptarse al tipo de alumno que tenga enfrente o al contenido que quiere enseñar. No hay fórmula mágica y en este caso creo que el nivel de adaptación del profesor es muy importante. Por mucho que considere que un recurso es muy útil, si luego no funciona en el aula pues igual toca volver a la fotocopia, por poner un ejemplo. Y, por supuesto, no hay que dejarse seducir por lo más nuevo. Aunque ‘mole más’ tener un aula con ‘tablets’ que con boli y papel, no quiere decir que sea mejor para el aprendizaje. O, quizá en otro caso, sí pueda serlo. Sea como sea, lo que importa es el contenido y creo que los profesores deben servirse de la forma (2.0 o 1.0) más adecuada para poder transmitirla.
Lo ideal es un equilibrio. Hay métodos convencionales que se quedan obsoletos, y otros que no necesitan de nada que los reemplace.
Un ejemplo un poco fuera de la materia pero que creo que es bastante útil para comprender que no debemos volvernos locos utilizando tecnología nueva solo porque es nueva; durante la carrera espacial ruso/americana, EEUU invirtió miles de dolares en investigación y nuevos recursos para fabricar un bolígrafo que los astronautas pudiesen utilizar en un espacio sin gravedad (ya que la tinta no fluye hacia abajo). Invirtieron dinero y tiempo, mientras que los rusos, misteriosamente, podían tomar notas en el espacio. Pues bien, los rusos utilizaban lápices. Tan facil como esto.
A veces lo de siempre, es eficaz. Por supuesto, fuera ya de esta anécdota, con el nacimiento de nuevos métodos y tecnologías no debe dejarse de lado el buscar aplicaciones útiles en las aulas (o a través de la plataforma de enseñanza que se quiera utilizar). También creo que es labor de los docentes intentar mantenerse al día no solo en su campo del saber dentro de la enseñanza, sino de cómo impartir sus clases y cómo acercarse a su alumnado. La enseñanza también debe evolucionar y adaptarse al paso de las generaciones de alumnos. Como digo, mantener un equilibrio que no se obsesione con la inovación absurda ni se estanque en técnicas obsoletas.
Y bueno, mi comentario no iba en respuesta directa del tuyo, Carmen, ese es deslíz mio, pero sigo tu misma línea de pensamiento 🙂
¡Muy buenas!
Estoy de acuerdo con muchos de los comentarios que aparecen ya que mi opinión es muy parecida. La introducción de la tecnología en las aulas es un elemento muy motivador, llamativo y capaz de mantener la atención del alumnado durante mucho más tiempo que el clásico lápiz y papel; ahora bien, esta tecnología debe ser utilizada por profesores que sepan realmente utilizarla, que sepan manejar la aplicación o el programa correctamente, ya que sino provoca el efecto contrario: falta de atención, desinterés y falta de motivación para el alumnado (si no consiguen abrir el programa, si falla, sino lo tienen lo suficientemente explorado y se meten en apartados que no saben utilizar, etc.).
Tampoco creo que se deba de eliminar de las aulas por completo los métodos clásicos de enseñanza, ya que con ellos se puede trabajar destrezas que con las nuevas tecnologías no se puede o se puede pero de diferente forma; por ejemplo, a la hora de enseñar a realizar trazos en los niños de corta edad no hay nada como el lápiz y el papel de toda la vida, (ya que son el inicio de la futura escritura que todos tenemos que llevar a cabo en multitud de momentos de nuestra vida); aunque existan maneras diferentes de trabajar el trazo, como puede ser una pizarra digital, no se consigue el objetivo que se pretendía con la misma exactitud que con las técnicas tradicionales.
Por ello creo que todo en su justa medida. Como maestra con varios años de experiencia he de decir que en mis clases intento mezclar las nuevas tecnologías con las técnicas clásicas, y pienso que es la mejor opción para llegar a un correcto aprendizaje, y es lo que mejor resultado da, teniendo, eso sí, la finalidad claramente identificada.
Un saludo.
La idea de un marco evaluativo me parece perfecta para decidir con razón si emplear nuevos recursos, aunque me pregunto: ¿realmente necesitamos un nuevo marco, o bien podemos emplear los mismos criterios que ya seguimos cuando elegimos cualquier recurso?
Mejor dicho: me parece que los criterios que pone en evidencia Francisco pueden funcionar con todas las herramientas que deseamos llevar al aula. Cuando decidimos si utilizar una fotocopia, una radio, un podcast, una PDI estamos contestando a las mismas preguntas:
– ¿es una herramienta eficaz?
– ¿es necesaria?
– ¿se integra en el trabajo que estamos llevando a cabo en clase?
– y, mi favorita: ¿es sostenible para mí en este momento? O sea, ¿el tiempo y las energías necesarios a su uso justifican su elección?
¡ Hola a todos!
Estoy totalmente deacuerdo con mis compañeros en que la tecnología en el aula a veces no mejora el proceso de aprendizaje. Sobre todo debería haber un contacto previo por parte del alumno y del profesor antes de su implantación, porque muchos profesores son reacios a los cambios y al principio puede haber fallos en el sistema que llegen a causar distracción y hasta frustración en el proceso enseñanza/aprendizaje.
Los recursos digitales instaurados deben cumplir un objetivo concreto. No se deben introducir en el aula porque sean lo mejor del mercado o por imposición. Si se usan correctamente pueden ser un complemento perfecto en la educación.
Un saludo.
Pienso que la tecnología puede ser una herramienta muy útil si se sabe utilizar en su justa medida y sólo cuando la ocasión realmente lo requiera. Por alguna extraña razón siempre he conocido casos extremos en lo referente a profesores y su relación con las tecnologías: están los que no saben ni encender un ordenador (he conocido a bastantes, y no precisamente mayores) y reniegan absolutamente de todo aquello que se aleja del modelo tradicional de enseñanza; y también existe el tipo de profesor que abusa demasiado de la tecnología, tanto que muchas veces sus clases no tienen más objetivo que sobreestimular al alumno y no enseñarle nada.
Considero un error que obviemos estos avances que existen para hacernos la vida más sencilla, pero también que los aprovechemos constantemente como un mero instrumento de distracción vacío de provecho. En ningún caso deseo parecerme a mi profesor de literatura española, que de un empujón tiró el ordenador de la mesa bajo el argumento de que «las mesas no están pensadas para esos aparetejos del demonio, sino para que se puedan dejar las carpetas y los bolígrafos». Tampoco quiero ser como otra profesora mía, que se ponía nerviosa cuando no había Internet y que no podía impartir una clase sin proyectar una presentación de PowerPoint. En definitiva, no soy ni tecnofílica ni tecnofóbica. Creo que es conveniente apoyarse en las nuevas tecnologías, siempre y cuando su presencia tenga una clara finalidad.
Desde mi punto de vista, las nuevas tecnologías se deben de usar en la enseñanza siempre y cuando generen una ventaja. Por ejemplo, en la enseñanza de ELE, tener un ordenador con un proyector es una herramienta espectacular para poder ver todos juntos una imagen y describirla, generar debate a raíz de un vídeo…
Siempre que se incluye una nueva tecnología debería tenerse claro cuál es la necesidad y la ventaja que va a aportar y no introducirla por introducirla. Yo por ejemplo, no veo nada claro la introducción de tablets individuales, al menos no en el Aula de ELE, o al menos no todo el rato. Podría utilizarse una tablet individual o por parejas para buscar determinada información en una actividad concreta y luego dejarla de lado para volver a la clase todos en común.
Estoy absolutamente de acuerdo con todo lo que dices en este artículo, Francisco. Se podría decir que no me queda otra que estar de acuerdo, ya que mi experiencia en la enseñanza de ELE (y mucho más en el uso de herramientas digitales para ello) es muy incipiente y limitada. Por tanto no tengo el conocimiento propio que me hubiera podido proporcionar la experiencia. Por ello tiendo mucho a escucharos y a aprender de vosotros, lo expertos en la materia, y poco a rebatiros.
Desde mi posición de mero aprendiente y observador, destacaría quizás que, en efecto, es importante asegurarse de que el uso de las tecnologías digitales en el aula de ELE sirven para favorecer la comunicación y ayudar en la enseñanza, más que pare distraer, ya que creo que este tipo de herramientas pueden distraer bastante. No me cabe duda de que las herramientas digitales pueden ser de enorme utilidad en el aula, pero estoy preparado para utilizarlas con bastante vigilancia en ese sentido, asegurándome de que no desvían a la clase del objetivo de aprendizaje y de comunicación.
Saludos,
Rubén
Suscribo tanto el artículo de Francisco como muchos de vuestros comentarios al señalar que la introducción de las nuevas tecnologías puede ser contraproducente si no existe un plan estructurado para la utilización de las mismas en el aula. No pueden emplearse las redes sociales, por ejemplo, sin que el docente haya establecido objetivos concretos y haya dado a los alumnos las instrucciones precisas acerca de qué deben hacer, en qué plazos y de qué manera, ya que podría darse el caso de que la forma prevaleciese sobre el fondo y el ejercicio acabase siendo un fracaso total. Como sucede con cualquier recurso, establecer unas normas de uso adecuadas es esencial para lograr el éxito de la actividad planteada.
Estoy de acuerdo con la reflexión, no todo lo tecnológico tiene que ser bueno. Debemos ser críticos y fijarnos en los contenidos y no en las formas. Debemos analizar si la herramienta es útil para los objetivos marcados y al tipo de alumnado al que va dirigido. También entiendo que la evaluación debe ser coherente con las herramientas utilizadas.
Muy interesante el debate y en general, bastante de acuerdo con vuestras opiniones. Nuevas tecnologías aplicadas a la enseñanza, si pero con restricciones, y siempre que estén bien seleccionadas y empleadas en función de los objetivos que nos hayamos planteado. Si eso es así, efectivamente las TICs facilitan los procesos de enseñanza aprendizaje, pueden resultar altamente motivadoras para los alumnos, hacer que el aprendizaje sea más significativo y ayudar al docente a atender mejor la diversidad (niveles, ritmos y estilos de aprendizaje diferentes) de su aula. Además permiten que para el usuario la formación sea más flexible, compartida (comunidades de aprendizaje) y autónoma, facilitándole el aprendizaje permanente a lo largo de la vida.
Como estoy de «pardillo» en esto de contestar, coloqué mi respuesta donde primero pillé. Y lo hice respondiendo a otra respuesta del 2014. Lo siento. He vuelto a pegarla aquí, porque me imagino que nadie mirará las de hace dos años.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que se dice en este artículo. Hemos tenido una época que el simple hecho de usar el ordenador en el aula ya convertía cualquier actividad en algo muy provechoso. Y no es así. Utilizar las nuevas tecnologías no significa sustituir el lápiz y el papel por el teclado, la pantalla y la impresora. Significa, como bien dices, Francisco, la facilitación de los procesos de enseñanza-aprendizaje y la posibilidad de aplicar fórmulas didácticas que no podrían existir sin estas herramientas tecnológicas. Pero hay que ser críticos a la hora de la utilización de algunas aplicaciones. A veces el sensacionalismo puede con la eficacia real de los recursos. Hay páginas dedicadas a trabajar aspectos curriculares que tienen un aspecto que nos seduce. Luego, a la hora de llevar a cabo las actividades, comprobamos que no son más que una copia , eso sí, informatizada, de cualquier ejercicio habitual en el aula sacado de un libro de texto. Pero también es verdad que hay programas, aplicaciones y páginas que ayudan al dominio de las áreas curriculares (hablo de E. Primaria y Secundaria sobre todo) y que son una eficaz ayuda cuando el profesorado se encuentra con dificultades de aprendizaje. Creo que todo lo que contribuya al desarrollo de las capacidades de los alumnos, tiene que ser aceptado y utilizado. Sean recursos tecnológicos o de cualquier otro tipo. La tecnología no es una finalidad en sí misma, es un medio para alcanzar otros fines, al igual que el resto de recursos educativos.
Buenas tardes.
La frase que dice algo así como que en el justo medio está la virtud creo que recoge la idea de este post. Las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y se tienen que usar en beneficio propio de nuestra tarea como docentes. Los alumnos que han nacido ya con este lenguaje de hecho lo aprecian; sin embargo, coincido con otros comentarios y el profesor, en que su uso sin una buena aplicación o conocimiento puede llevar el aula al caos o al desánimo. Saber qué queremos conseguir, es decir, un marco evaluativo (como el que se plantea aquí) y combinar las TICs para cada momento con las propuestas didácticas tradicionales creo que podría ser lo ideal.
Saludos.
Hola!
No me considero especialmente tecnofílica ni tecnofóbica, me gusta la tecnología pero sin rechazar ninguna de las otras posibilidades en el aula (juegos orales, juegos de mesa, manualidades o, por supuesto, papel). Supongo que si tuviera que elegir, podría decir que soy tecnofílica.
Estoy completamente de acuerdo con esta entrada. Muchas veces cometemos el error de pensar que algo es mejor por ser más nuevo. Creo que pasa con cualquier material diferente que introducimos a la clase de ELE, nos emocionamos porque es novedoso pero no lo relacionamos bien con los objetivos que perseguimos ni con las inquietudes de nuestros alumnos.
Está claro, sin embargo, que una herramienta digital bien utilizada nos abre muchísimas posibilidades que teníamos antes cerradas. Por ello, los inconvenientes que las tecnologías nos puedan presentar (a la hora de preparar la clase o de tener que formarnos nosotros mismos para poder utilizarlas) no son excusa para evitarlas.
Un saludo.
Hola a todos.
Muy interesantes el artículo y los comentarios.
Yo, al igual que Rafael, me he fijado en la frase “no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica”, que describe a la perfección la duda que, a menudo, las propuestas tecnológicas me han suscitado. Infinidad de veces me he encontrado con proyectos tecnológicos que, en realidad, no eran más que una traslación a la pantalla de lo que se lleva haciendo toda la vida en papel.
Personalmente, me interesa mucho la relación entre tecnología y metodología, es decir, cómo podemos conseguir que las tecnologías nos ayuden a poner en práctica en el aula (y fuera de ella) los principios metodológicos deseados: por ejemplo, ¿cómo nos facilita la tecnología la realización de una tarea (enfoque por tareas)?, ¿las herramientas tecnológicas nos facilitan la labor de tener en cuenta en el aula los distintos estilos de aprendizaje?, ¿una pantalla mejora la cooperación en una actividad de aprendizaje colaborativo?, etc.
Un aspecto que no parece dudoso es lo mucho que la tecnología ayuda al aprendizaje autónomo e independiente de una lengua extranjera: el acceso a miles de recursos en la lengua de estudio, la posibilidad de interacción participando en redes sociales, etc. Saber utilizar esa riqueza en las clases y orientar a los alumnos para que hagan uso de ella es también hoy por hoy un reto interesante para el profesorado.
Hola a todos:
Interesante la entrada y más los comentarios. Creo que el uso de la tecnología con fines educativos favorece la autonomía, la motivación y la creatividad; pero siempre ha de haber una labor pedagógica detrás y unos criterios de evaluación que hagan que el proceso de enseñanza/aprendizaje sea eficaz.
No es cuestión de utilizar recursos digitales porque sí, por modas tecnológicas y por influencias consumistas que acaban convirtiendo la educación en un simple negocio «a la última»; en estos casos me considero tecnofóbico.
Por eso me parece indispensable la alfabetización digital, tanto de profesores como de alumnos, para que la tecnología sea realmente una herramienta útil en la educación; desde esta perspectiva me considero tecnofílico.
Pero me parece que el debate continuará abierto porque, a pesar de la integración de las TIC en las aulas, las innovaciones son constantes, lo que implica un proceso de adaptación continuo.
Saludos a todos.
Saludos cordiales a todos.
Para comenzar, quiero señalar que para un neófito como yo en estos medios digitales y además sin experiencia como profesor ELE, iniciar mi recorrido en esta área con este artículo de Francisco Herrera me parece genial.
La primera frase que me hizo reflexionar es “no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica” y en ello estoy totalmente de acuerdo al igual que otros que participan en este debate. Lo nuevo, tecnológico o digital no significa que sea perfectamente adecuado para lograr un excelente proceso enseñanza-aprendizaje y no solamente por la herramienta en sí misma, sino por la capacidad de utilizarla o de adaptarla a una actividad didáctica en el aula por parte del profesor cumpliendo con los criterios de aprendizaje de segundas lenguas que nos plantea Francisco, los cuales considero todos son imprescindibles y los enlazaría con dos factores: profesor formado y cualificado en el uso de las nuevas tecnologías y un sistema educativo que permita su implementación, con tiempo para su aplicación en las clases y recursos, no sólo materiales sino además profesionales, porque en la medida que los profesores tengan más facilidades para formarse, más lo harán, más eficientes y eficaces serán las clases, menos “estrés tecnológico” habrá y romperíamos con la frase:
El hombre teme a lo que desconoce, odia lo que teme y destruye lo que odia.
Gracias.
Hola a todos,
Me parece fantástica esta entrada. Comparto la idea de que hay una creencia general asentada sobre que toda innovación digital puede suponer evolución en la forma de educar, pero efectivamente creo que la tecnología puede ser un arma de doble filo.
Los criterios de «evaluación» para valorar la calidad de las herramientas digitales me parecen justos y necesarios, y además creo que el profesor tiene que no solo saber manejar y desenvolverse en los herramientas que elige sino que debe también tener preparado un plan B tanto por si la herramienta digital en cuestión falla (desgraciadamente aprendí esto experimentándolo) como por la herramienta no es eficiente con el grupo.
En cuanto a si me considero tecnofilica o tecnofóbica, hace uno o dos años sin duda me hubiera posicionado en la última opción; sin embargo, he ido familiarizándome con algunas herramientas eficaces que me han hecho perder ese miedo a la tecnología y a posicionarme a favor del uso (en ocasiones, moderado) de las TICS en el aula
Es cierto que no todo avance tecnológico puede ser positivo para tareas educativas y también es cierto que la carencia de estas herramientas en los tiempos que corren no estaríamos aprovechando el potencial que tienen. En la actualidad, con la implantación de las competencias en los entornos educativos y concretamente la Competencia Digital , nos da pistas de su aplicación al área docente y su buen uso en los entornos formativos. Por lo tanto, en mi opinión, los profesores/as debemos estar lo suficientemente preparados para el buen uso de estas herramientas, ya que se convierten en medios de interacción dinámicos, eficaces y flexibles para la práctica educativa. La tecnofobia debe ser evitada si queremos estar a la altura de los métodos evaluativos ( e-pel) en el área de idiomas o tareas integradas como webquest wikis, etc.
Buenos dias!
Estoy totalmente de acuerdo en que, por un lado, debemos aprovecharnos de la tecnología y de las grandes posibilidades que nos ofrece pero también es cierto que son unas herramientas que debemos saber utilizar correctamente planificando las actividades.
En mis clases intento utilizar estos recursos pero sin abusar y siempre teniendo la actividad planificada. Lo que me resulta más complicado es la temporizacion.
Me ha parecido muy interesante el artículo y vuestros comentarios.
Creo que la tecnología nos ofrece muchas posibilidades en clase pero tenemos que tener siempre en cuenta a nuestro alumnos y sus necesidades. Deberíamos de adaptarla la realidad de nuestro aula y motivarnos como profesores a buscar más recursos tecnológicos para dinamizar nuestras clases.
Además, me parece que es una herramienta muy útil para el aprendizaje autónomo y que favorece el aprendizaje. En mi caso tengo algunos alumnos en un nivel avanzado a los que doy pocas horas de clase presencial a la semana por falta de tiempo, y lo complementan con un curso online. De este modo, tienen clases conmigo y luego refuerzan lo aprendido en casa mediante el curso online. Les gusta mucho ya que lo ven como un refuerzo positivo y avanzan más rápido.
Me ha parecido muy interesante el tema que tratas, Francisco, realmente no podemos caer en el error de utilizar estas nuevas tecnologías por el mero gusto de usar la red en el aula, porque lo importante será utilizar la web 2.0. como herramienta educativa, siempre permaneciendo en una programación adecuada a la unidad didáctica de la L2.
Al hilo de tu publicación y de los comentarios anteriores, yo también soy una firme defensora del uso de las nuevas tecnologías en el aula, que no deja de ser un fiel reflejo de la sociedad y por tanto no puede caminar en sentido opuesto. Es evidente que su incorporación debe ser racional, pragmática y ajustada a las necesidades de nuestros alumnos. Su implementación no debe ser traumática . Se trata de herramientas que bien utilizadas, nos abren un increíble mundo de posibilidades, la puerta del conocimiento. Pero es claro que su uso debe adaptarse al alumnado. No es lo mismo dirigirnos a estudiantes nativos digitales, que a personas que nunca antes han tenido contacto con la tecnología. Del enfoque y las decisiones que tomemos al respecto, dependerá el éxito de su aplicación en el aula. En una sociedad tecnológica como la nuestra, enseñanza y tecnología deben darse la mano pero sin dejar a un lado el factor humano. Es importante no deshumanizar la enseñanza, la interacción profesor-alumno debe seguir siendo uno de los pilares en el aula.
Es muy interesante lo que señalas sobre la tendencia a dar por buena e incorporar cualquier nueva herramienta por el mero echo de serlo. Es cierto que es habitual en estos días la incorporación recursos tecnológicos que reemplazan los anteriores sin valorar y medir si realmente nos aporta nuevos beneficios. La reflexión previa a la implantación es absolutamente necesaria en todos los casos, ya que en ocasiones merecerá la pena utilizar la nueva herramienta y en otras no. Creo que la capacidad de impulsar a los alumnos a participar activamente, es una de las bondades que nos puede aportar la tecnología y en especial las redes sociales, sobre todo cuando los aprendientes son jóvenes y por tanto nativos digitales.
Un saludo.
Nuria
Hola Francisco:
Gracias por el blog, es muy ionteresante.
Personalmente he encontrado en la web algunosmateriales muy buenos (no me refiero estrictamente a material para la clase de ELE, sino también a otros temas), pero también otros de escaso valor y dudosa seriedad.
Este me parece el punto flojo de las redes colaborativas, son muy democráticas, entonces «todo entra», no hay filtro. Esto puede suponer un problema, si alguien, por ejemplo es un autodidacta. Según la temática, un internauta crítico pueda tal vez advertir entre la seriedad/ calidad de los contenidos que la red ofrece, pero en algunos temas esto puede ser muy difícil.
En la clase de ELE concretamente el problema se subsana gracias al rol docente, es el profesor creo, el encargado de aplicar un filtro y decidir qué materiales y contenidos pueden ser efectivos y útiles a sus alumnos.
Saludos.
Claudia
Buenas tardes a todos,
Ciertamente, mantener una postura acrítica respecto a las nuevas tecnologías y decir a todo que sí simpliemente porque es nuevo resta valor y calidad a lo pueden aportar de positivo a nuestras vidas. Y no solo con las nuevas tecnologías, sino con todo: hay que cuestionar, darle la vuelta, valorar, buscar lo bueno y lo malo y después decidir. Por ello, la lista de criterios que apuntas, Francisco, contribuye con solidez a elegir o no elegir determinadas herramientas digitales para la enseñanza.
Si tengo que añadir algún criterio más, cojo al vuelo la palabra «tiempo» del comentario de Ana: es verdad, nos falta tiempo a todos, y en clase es un recurso limitado, por ello las herramientas tecnológicas deberían ser fáciles de usar incluso la primera vez, para no perder tiempo en su puesta en marcha y tampoco en las siguientes sesiones. Creo que este criterio está enlazado con el que planteas: «que se integren naturalmente en el aula estableciendo un continuum en el aprendizaje y que, por lo tanto, no sean disruptivas», la disrupción sería la pérdida de tiempo.
Gracias por compartir en el curso esta entrada, sirve como guía y para tener un criterio firme a la hora de utilizar recursos en el aula.
Todos los extremos son malos, y ciertamente el uso de cualquier herramienta «por que sí», sin la debida planeación puede ser contraproducente. Cuando usamos la tecnología para enseñar debemos tener en cuenta la interfaz humana, la cual es esencial. La tecnología es una herramienta que ayuda al profesor en la transmisión del conocimiento, por lo tanto, lo esencial es el profesor y la manera en que utilice las herramientas tecnológicas.
Estoy bastante de acuerdo con el texto, creo que existen algunas posturas, quizás algo rígidas, sobre la aplicación de estas técnicas en la enseñanza. O bien se cree simplemente que por el hecho de ser moderno está bien o es mejor, o todo lo contrario, creer que como lo de siempre no hay nada… Para mi, hablar de posturas rígidas, sean cuales sean, es hablar de posturas erróneas.
Sobretodo, me parece clave el concepto de crear un marco evaluativo previo que nos permita establecer la eficacia de una propuesta de aula abierta al ecosistema digital. La tecnología como herramienta para el aula (como para todos los aspectos de nuestra vida) no es per se ni buena ni mala, ni mejora, ni empeora el aprendizaje o nuestra labor como profesores, por si misma, porque si, sino que lo hará dependiendo de cómo la utilice el profesor y de si cumple con los items que bien se especifican en este articulo.
En un ejemplo sencillo, si utilizo la pizarra digital para enseñar la gramática del francés de una manera pasiva y poco eficiente, no estaré desarrollando eficazmente mi labor docente a pesar de que lo esté hacienda a través de la tan valorada y moderna pizarra digital, ya que si la pedagogía que conduce mi clase no es la apropiada, no importará la herramienta con que la ejecute, ya sea papel y boli o la mejor de las tecnologías.
Hola a todos 🙂
Yo me considero una profesora tecnofilica en potencia. Cada día descubro más potenciales de la web que pueden hacer mis clases más interesantes y más dinámicas, el feedback de los alumnos también juega un rol primordial en este plano, pues ellos me motivan a descubrir nuevas aplicaciones y nuevos sitios que ellos ya usan con soltura.
El único problema que tengo, como en todo, es el tiempo. Me encantaría disponer de más horas para hacer un blog o un grupo Edmondo con mis alumnos, pero muchas veces el plan curricular es exigente y limitado, y nos quedamos con las ganas.
Hola, Ana:
totalmente de acuerdo contigo, de hecho el tiempo es para mí la cuestión más difícil de medir y de gestionar actualmente. También es verdad que gracias a la inteligencia colectiva de la comunidad, hay muchas experiencias compartidas que te ayudan. Al final, sólo un buen plan de trabajo y tener los objetivos claros será lo que te permita no acabar ahogado por la infoxicación.
Desde el convencimiento de que a hablar se aprende hablando y a pesar de ello y precisamente por ello, creo que las nuevas tecnologías tienen un papel importantísimo en las aulas de Segundas Lenguas, porque son una herramienta que usamos cada vez más en nuestra vida cotidiana y forman una parte importante de nuestra forma actual de comunicarnos.
Siempre, como apunta el artículo y muchos compañeros, con un propósito concreto. Pero es como si cuando apareció la imprenta nos empecináramos en negar su alcance y utilidad y quisiéramos defender que con los manuscritos nos bastábamos.
De hecho, una de las grandes ventajas que proporciona es la posibilidad de aprender lenguas online desde cualquier lugar y en cualquier momento.
Considero que las nuevas tecnologías nos aportan cosas nuevas, información e ideas muy útiles para todo.
Podemos innovar y hacer clases más divertidas en muchas ocasiones.
Es cierto que todo lo que encontramos no es útil y educativo, pero ahí entra el papel del buen profesor, para filtrar la información adecuada y útil para sus alumnos.
Hola,
me parece muy interesante el debate que se ha creado respecto a este tema, sinceramente me sorprenden muchas de las respuestas de mis compañeros de profesión. (Yo me considero una profe tecnofílica)
Bajo mi humilde opinión y sin querer ofender a nadie, cómo buenos profesionales de la educación debemos de ser conscientes que nuestro trabajo se encuentra en continuo cambio y que nos guste o no las metodologías tradicionales se están quedando muy anticuadas. Debemos ser conscientes de las generaciones que nos quedan por llegar. Soy de la opinión de que un profesor JAMÁS deja de estudiar y debe estar en formación continua, por ello las TIC deberían de ser algo primodial en nuestra formación continua.
Soy consciente de que el mundo de internet en muy poco tiempo ha aumentado de una manera espectacular y que es medio imposible ser capaz de manejar todas las herramientas que este nos ofrece. Puede ser frustrante en ocasiones ya sea por falta de experiencia o simplemente porque no es nuestro punto fuerte.
Con esto lo que quiero decir es que no debemos ver las nuevas tecnologías como algo obligatorio a utilizar en las aulas día a día pero tampoco ha de ser una herramienta que no usemos nunca. Hay que tener en cuenta lo que motiva a nuestros alumnos y los objetivos de cada clase. Y NO sólo se han de utilizar las TIC cómo herramientas para los alumnos, también son herramientas maravillosas que nos permiten descubrir nuevos recursos y mejorar nuestro trabajo como docentes creando nuestras propias actividades y aprendiendo de otros compañeros.
Lo dicho, que tenemos que perderle el miedo a las nuevas tecnologías porque es algo que aunque no queramos aceptar esta presente en nuestro día a día y podemos sacar mucho partido positivo de ellas.
¡Hola a tod@s!Estoy realmente sorprendida con vuestros comentarios. Me encantaría conocer más detalles de vosotr@s, edad, experiencia docente,…
Estoy de acuerdo como decía Eva que al incorporar TICs en el aula hay que pre-evaluar o tener un periodo de prueba o como lo llama Alicia hacer un «control de calidad» pero opino que eso ocurre con las TICs y con cualquier otra novedad que incorpores en el aula, ¿no creéis? Yo uso muchos juegos, PBL y trabajo cooperativo en mis clases y cuando llego a un colegio nuevo o hago una sustitución ha habido comentarios graciosos de mis alumnos, como que por qué en mis clases todo es recreo o que quieren llegar a ser en todas las clases como son en la mía. Es maravilloso que noten la diferencia con respecto al aula tradicional, y aún más maravilloso cuando ves que los resultados son más rápidos y en menos tiempo.
Yo no estoy de acuerdo para nada con Pilar en que a menudo utilizamos las nuevas tecnologías sin pensar en nuestros alumnos. Yo al menos jamás he hecho algo así. Si decido usar una nueva aplicación, igual que si decido usar un juego o una fotocopia lo hago siempre pensando que es lo que mejor resultado va a dar.
Te digo esto con todo respeto Berta pero me dejas anonadada cuando dices que te parece que las nuevas tecnologías te parecen bien con respecto a propósitos pedagógicos PERO QUE NUNCA LAS HAS USADO EN CLASE. ¿De verdad?¿Quizá porque en tu Centro no te ayudan en este sentido o es un Centro con pocos recursos?
Dolores comenta que es lo que más motiva a los alumnos pero que puede ser más eficaz con menores de 40 años. ¡¡¡¡¡Yo tengo 42!!!!Si me dices 60…pero la mayoría de los alumnos de 40 años usa y conoce la tecnología aunque no la domine como los adolescentes. Cosa que no creo que sea sólo por la edad sino por la falta de tiempo también…No soy una experta para nada en nuevas tecnologías pero pienso que hay que renovarse o morir y ¡¡¡no quiero convertirme en uno de esos profesores que llevan dando clases 25 años con el mismo libro!!!Por otra parte, aunque es cierto que el uso de las tecnologías en clase pueden resultar motivadoras a algunos alumnos no creo que los alumnos sólo se motiven con eso. Y si planteas bien la clase hasta los mayores de 40 o de 60 pueden usar las herramientas que les planteemos y aprovecharse de ellas. No hay blancos ni negros es verdad Jaime y por supuesto hay que estudiar el grupo de edad,los objetivos que tanto el profesor como los alumnos se marcan,…pero yo desde luego quiero ser una profe tecnofílica.
Hola,
Yo diría que si son importantes las exigencias establecidas. La más importante para mi es que favorezcan a la comunicación por encima de la forma. La comunicación en si es escencial para el aprendizaje pero la forma también es importante.
Saludos,
Miriam
En general estoy de acuerdo con mis compañeros.
Desde mi punto de vista, como ya apunta alguien, considero que los recursos tecnológicos en la clase son importantes ya que vivimos en una sociedad en la que esto ha cobrado especial importancia, aunque pienso que hay que integrarlo con una cierta medida.
Con respecto a las actividades que se pueden trabajar en el aula hay diversidad de maneras de enfocarlo tratando de realizarlo de la manera más agradable o amena posible para enfocarlo al aprendizaje .
Comparto la opinión de una de mis compañeras en que con respecto al aprendizaje de una lengua hay que llevar a cabo una comunicación verbal, gestual, lingüística. Por ello, en mi opinión la tecnología ayuda y es un complemento importante pero no llega a serlo todo.
A su vez pienso también que en la enseñanza de una segunda lengua, en este caso de español como lengua extranjera, tampoco se debe abusar. Si creo que es importante utilizar algunos recursos tecnológicos, pero no basar el aprendizaje tan solo en eso. Debemos adaptarnos al alumnado y hacer distintas valoraciones. Desde mi punto de vista, quizás aunque pensemos que hoy en día internet es algo común para todos, si , por ejemplo, nos encontramos a la hora de impartir clase de español con un grupo de inmigrantes los cuales quizás no dispongan de este tipo de recursos se puedan ver frenados a la hora de adquirir la nueva lengua. Al igual ocurre con un alumnado adulto que quizás no tenga un gran manejo de estas tecnologías y por consiguiente se puede frenar el aprendizaje.
En definitiva, creo que es importante introducir las tecnologías en la clase de Ele, valorar con qué tipo de alumnado pueden tener una mejor explotación pero también utilizar otro tipo de recursos y que esto no lo sea todo. Digamos, que sea una especie de complemento.
Mi comentario podría resumirse en una frase que le he leído a un compañero con mucha más experiencia que yo como docente: «tecnología sí, pero sin pasarse y sin convertirla en tótem de la enseñanza–aprendizaje». Antes de reflexionar pensaba que era claramente tecnofílica y que nunca pondría pegas al uso de la tecnología, pero después de leer el post del blog y vuestros comentarios está claro que, como casi siempre, sí a las novedades, pero en su justa medida. En clase hay un montón de actividades que se pueden hacer de manera divertida, de manera didáctica y de manera comunicativa que se pueden llevar a cabo sin uso de las nuevas tecnologías como habéis expresado algunos de vosotros (qué chulas las propuestas de teatro en clase y otras más que habéis citado). Al final, se trata de eso, de aprender a comunicarnos y, aunque las tecnologías nos hacen cada vez más invisibles para las personas que tenemos al lado (en clase, en el autobús, en el trabajo…) como bien veíamos en el vídeo que envió otra compañera titulado ‘I forgot my phone’, creo que la comunicación es la base del aprendizaje de una lengua y que no solo puede aprenderse un uso tecnológico de la comunicación, sino que hay que aprender una comunicación, verbal, gestual, lingüística…en definitiva, que no todo es tecnología. Eso sí, los recursos que nos puede ofrecer, como bien explica Francisco en el post, son enormes y tenemos que saber aprovecharlos, sin perdernos en la maraña de información que nos rodea.
Gracias por hacernos pensar
Tras leer el blog y vuestras intervenciones, admito estar de acuerdo con todos vosotros. Hasta ahora me consideraba más bien del primer grupo (tecnofílica), ya que me he ido adaptando a todas las nuevas tecnologías que se han ido incorporando y que considero nos permiten interactuar con una generación que sin duda está creciendo con otro tipo de destrezas y aptitudes a la hora de su aprendizaje. Por tanto, siempre he pensado que la tecnología es en sí un valor añadido a nuestra competencia digital.
Sin embargo, creo que todo debe aplicarse en su justa medida. Como indicaban algunos de mis compañeros, para empezar creo que sería necesaria una formación del profesorado, ya que no todos estamos dentro del grupo que ha nacido bajo las nuevas tecnologías, y éste es un problema que se ha dado y se está dando en mi centro educativo.
Por otra parte, soy partidaria de mantener actividades de todo tipo. Me parece que existen actividades “tradicionales” que motivan al alumnado. Sino que se lo digan a mis alumnos cuando aprendemos a dar indicaciones (en inglés) y creamos una especie de situación real en el aula, en el que existen diversos negocios, semáforos y STOPS…
Obviamente las nuevas tecnologías han enriquecido muchas de las actividades que veníamos haciendo (un cómic que ahora se puede ver con una voz en off y con cierto movimiento, les atrae mucho más que un simple texto con imágenes). Además, ha puesto a nuestra disposición un sinfín de recursos que debemos saber seleccionar y aplicar en el momento justo, y teniendo en cuenta la tipología de alumnos y grupos que tenemos en nuestra aula.
Por tanto, creo que soy del grupo de “tecnologías sí, pero en su justa medida”, y añadiría que me parece que “en la variedad, está el gusto”… por tanto, nos podemos adaptar pero no tenemos que pasar de NADA a TODO o viceversa.
Hola Francisco,
Mi opinión es parecida a la de mis compañeros.
La tecnología en el aula es importante porque vivimos en un mundo que así lo marca, pero creo que hay sobrecarga de material tecnológico.
Me parece que en el aula, sea para un segundo idioma o para otra materia, se debería introducir poco a poco y de manera simple, para que tanto profesor como alumno se familiaricen con el nuevo sistema.
Trabajo en un colegio y aunque no estoy en el area educativa he visto como desde primer grado ya les empiezan a introducir materias usando la tecnología, por ejemplo, los ejercicios de matemáticas los deben presentar mediante un programa que los alumnos tienen en su ordenador, pero después el resto de la materia es explicada sin usar la tecnología, lo que permite al alumno usar nuevas tecnologías pero sin la necesidad de aprender dos materias a la vez, el programa de matematicas y las matemáticas en si.
Aplicado a una segunda lengua, creo que es importante ir incorporando la tecnología de una manera lógica y ordenada.
Lola,
Estoy de acuerdo con mis compañeros, en que no hay blancos o negros, tecnofílicos y tecnofóbicos. Hay matices, y no hay que forzar las cosas.
Si nuestro grupo de alumnos es joven y dinámico, se presta más a introducir actividades tecnológicas, en cambio si son más mayores probablemente no tengan tanto interés.
Hola a todos,
No soy profesora y por lo tanto no tengo experiencia. Dependerá del uso que en ese momento demande nuestro grupo de estudiantes y de si va a ayudar o no al cumplimiento de nuestros objetivos. Unas clases serán menos tecnológicas y otras más o también con según qué tipo de alumnos, o qué edades tengan o que cómoda me encuentre usando esa herramienta o qué utilidad le encuentre…
Cada clase tiene unas necesidades específicas y tan negativo es negarse a la evidencia de las nuevas tecnologías como no poder dar clases sin ellas. Hay que ser prácticos y usarlas en beneficio de todos.
Un saludo a todos,
Natalia
Hola,
No tengo experiencia como profesora pero, como bien señala el artículo, creo que las cosas no siempre mejoran en «el momento en el que se le aplica un barniz digital» (Herrera, 2014). En mi opinión, el profesor necesitará de una formación previa (aunque sea de manera autodidacta) para sacarle toda la rentabilidad.
Por oro lado, en su día supuso una revolución el uso de la TV en el aula, sin embargo, en la actualidad, a pesar de estar normalizado ni se usa a diario ni indiscriminadamente. Como debemos partir de las necesidades de los alumnos sería primordial una negociación previa con ellos así como observar la posibilidad de la existencia de una brecha digital entre los alumnos.Como señala Francisco Herrera, las redes y los entornos digitales en general pueden aportar mayores ventajas para un aprendizaje eficaz de una lengua pero puede que no todos los alumnos se encuentren en igualdad de condiciones.Por ello, yo añadiría un criterio a la hora de crear el marco evaluativo: que dicha evaluación debe ser continua y debe estar concebida teniendo en cuenta el plan formativo de los alumnos.
Me gustaría pensar que cuando comience mi práctica profesional no seré ni tecnofílica ni tecnofóbica. Cuando trabaje como profesora quiero ser capaz de adaptarme a las demandas y necesidades de los alumnos.
De ninguna manera los profesores de segundas lenguas seremos prescindibles. Pienso que el lenguaje es una característica tan «humana», que resulta imposible su aprendizaje sin el contacto con un humano. En muy resumidas palabras…:)
Muy interesante la forma en la que habéis encauzado el debate, pero yo ye echado de menos el papel de la tecnología en dos procesos fundamentales en el aprendizaje (y aún más en segundas lenguas): la significatividad de lo aprendido y la autonomía del aprendiente.
En mi opinión es en estos dos aspectos donde las redes y los entornos digitales en general pueden aportar mayores ventajas para un aprendizaje eficaz de una lengua.
Estoy de acuerdo con vosotros. Mientras leía pensaba que aunque tiene muchas ventajas en un principio, para muchos profesores es un fracaso, normalmente por no saber usarlas. Realmente esto provoca una frustración.
Considero de gran valor el último punto que se propone en la evaluación «que faciliten los procesos de enseñanza y aprendizaje, abriendo posibilidades didácticas que no existirían de otra manera».
Creo que el marco evaluativo es totalmente necesario, pues todas nuestras actividades deben tener una finalidad.
Por último, Francisco nombra la autonomía de aprendizaje, y a mi me da por pensar que con todo lo que podemos encontrar en la red habrá muchas personas que se inicien o practiquen sus conocimientos en otras lenguas de forma más autodidacta a través de Internet. Y esto inevitablemente nos lleva a otra pregunta ¿los profesores de segundas lenguas seremos prescindibles en el futuro?
Sin duda una de las mayores ventajas del uso de las nuevas tecnologías en el aula es la motivación que provoca en los alumnos y que les lleva a usar la lengua fuera de clase simplemente por curiosidad. Es un instrumento muy útil para fomentar el aprendizaje autónomo y que les lleva en muchas ocasiones a traer a clase información interesante simplemente por el placer de compartirlo con los otros. Pasa con alumnos de todas las edades y favorece un aprendizaje significativo porque pone al aprendiente en el centro del proceso. Le hace responsable, colaborativo y protagonista (y ya sabemos cómo herramientas como las redes sociales sacan el egocentrismo que todos llevamos dentro). El gran reto del profesor es ser capaz de encauzar todo esto para sacar el mayor partido posible, y confieso que no siempre es fácil.
Un abrazo
Hola Dolores:
No sé cuál es la situación ni los hábitos de tus alumn@s, pero hoy en día a mi sorprende cada día más la participación de gente mayor en la red, hasta las abuelas de mis amigas tienen (y tengo 30). A veces algo tan sencillo como observar si utilizan Facebook (alguna red social) en su móvil (en clase o en los descansos) o directamente preguntar qué herramientas digitales usan habitualmente (en un descanso mientras toman un café) puede facilitarte muchísimo la tarea. Existe una red social parecida a Facebook (hasta tiene la misma imagen corporativa) llamada Edmodo, y quizás tus alumnos sí están acostumbrados a utilizarla (Facebook) y resulta muy fácil trasladar el uso de la red con fines de ocio y entretenimiento a fines didácticos y pedagógicos (Edmodo o el mismo Facebook creando un grupo de trabajo) aunque sea de forma ocasional. ¡Ánimo! 😉
Un abrazo,
Eva Zaera
Pues a mi lo que más me ha llamado la atención es lo del marco evacuativo. A veces usamos las TIC porque pensamos que es lo que más motiva a los alumnos, lo más fácil o que tenemos que hacer para mantenernos al día con la metodología. Me ha hecho plantearme la eficacia en clases de adultos de más de 40 años (en mi caso la mayoría). A partir de ahora pensaré más en el qué quiero transmitir y cuál es la manera más eficaz. Quizás una fotocopia sea mejor…
Hola Dolores,
La verdad que no estoy de acuerdo contigo. Si bien la fotocopia se sigue usando y es necesaria, no quiere decir que dejes de transmitir mediante algún recurso tecnológico. Creo que en cada clase hoy en día, así sea un recurso sencillo, como la proyección de un video, son esenciales para mantener la motivación de los alumnos.
Pienso que el llamado a la reflexión que hace el autor es muy válido. Creo que el uso de la tecnología debe tener un propósito pedagógico para lograr un proceso de enseñanza y aprendizaje establecido. Hasta ahora no las he usado.
Actualmente, las nuevas tecnologías son un gran avance en muchos aspectos de nuestro día a día, pero en este caso, en educación requieren de un control de calidad, por así decirlo, no todo lo nuevo es bueno (cómo se comentaba con anterioridad).
La idea es que nosotros/as, como maestros/as, proporcionemos componentes educativos reutilizables, en este caso, en los diferentes contextos de aprendizaje en los que el alumnado se expone.
Es importante considerar que no toda tecnología es apta a la hora de enseñar cualquier temática. Pero no por ello la negación a ella es una respuesta. Debemos clasificar nuestras pautas con responsabilidad, adaptándola a los contenidos y a los usuarios, la flexibilidad para añadir nuevos tópicos, materiales, etc. En resumen, se trata de innovar, de actualizarse día a día, preguntar, formarse…
Es por ello, que tengamos en cuenta las nuevas tecnologías para permitirle al alumno/a obtener, de forma interactiva, en este caso, un aprendizaje significativo de los temas que estemos tratando. Ya que estos, si son utilizados de forma apropiada, pueden ofrecernos un gran abanico de conocimientos y vias de adquisición.
Efectivamente todas estas tecnologías nos ofrecen un abanico enorme de posibilidades en el campo educativo. Pero a menudo las utilizamos sin pensar en nuestros alumnos y en nuestros objetivos pedagógicos.
Lo que comentas sobre el estrés tecnológico creo que no se puede olvidar en ningún momento. Es verdad que cualquier persona de cualquier edad puede encontrar la utilidad de estos nuevos medios. Pero me he encontrado en alguna situación que la forma les ha provocado más estrés que el contenido.
Suscribo el planteamiento del post y del comentario de Eva. Con la fascinación por los medios tecnológicos puede llegar a darse el caso de que los árboles no nos dejen ver el bosque, por tanto, nuevos recursos sí, pero sólidamente fundamentados y cuidadosamente elegidos para servir al fin que con ellos pretendemos.
Me quedo con vuestras ideas de que «no toda propuesta tecnológica significa una innovación didáctica» y de que «nuevo no siempre significa mejor».
Muchas gracias, Eva. Estoy totalmente de acuerdo con tu planteamiento y yo añadiría que esa precipitación por imponer nuevas formas ha creado una reacción visceral contraria y totalmente contraproducente. Ahora es fácil encontrar a profesores que se niegan a integrar la tecnología en el aula porque ya han tenido una experiencia nefasta. Una oportunidad perdida.
Gracias por proponer el debate por medio de este artículo. Estoy de acuerdo con la necesidad de establecer criterios claros de selección e implementación de las nuevas tecnologías al aula de clase. En mi caso no he experimentado el exceso de su uso pero si la falta de interés en incorporar tecnologías, lo cual es nefasto para el docente que como yo se ve rodeado de esa apatía tecnológica, pues incluso si uno personalmente trata de incorporar alguna herramienta nueva a la enseñanza, no solo no obtiene un reconocimiento suficiente por ello, sino que no puede tener realmente una crítica al respecto, porque en medio de la escasez, casi que cualquier cosa que se haga es ya un progreso, cuando en realidad podría estar en un nivel muy bajo de calidad.
Totalmente de acuerdo, muchas veces incorporamos en el aula nuevos recursos porque sí. Una nueva incorporación, sea en el ámbito que sea, siempre requiere una preevaluación y/o período de prueba que nos ayude a cuantificar las oportunidades, amenazas, puntos fuertes y débiles que presenta. Algo que resulta preocupante, al menos a mi parecer, ha sido la incorporación masiva e irracional de los libros digitales en el aula sin una adaptación óptima de los libros tradicionales (o analógicos) al entorno digital; y más aún, sin la concienciación ni formación de gran parte del profesorado que los perciben como un elemento externo, amenazador y desconocido a su hábitat docente. Nuevo no siempre significa mejor.
Un abrazo,
Eva Zaera
Totalmente de acuerdo, muchas veces incorporamos en el aula nuevos recursos porque sí. Una nueva incorporación, sea en el ámbito que sea, siempre requiere una preevaluación y/o período de prueba que nos ayude a cuantificar las oportunidades, amenazas, puntos fuertes y débiles que presenta. Algo que resulta preocupante, al menos a mi parecer, ha sido la incorporación masiva e irracional de los libros digitales en el aula sin una adaptación óptima de los libros tradicionales (o analógicos) al entorno digital; y más aún, sin la concienciación ni formación de gran parte del profesorado que los perciben como un elemento externo, amenazador y desconocido a su hábitat docente. Nuevo no siempre significa mejor.
Un abrazo,
Eva
Estoy totalmente de acuerdo con lo que se dice en este artículo. Hemos tenido una época que el simple hecho de usar el ordenador en el aula ya convertía cualquier actividad en algo muy provechoso. Y no es así. Utilizar las nuevas tecnologías no significa sustituir el lápiz y el papel por el teclado, la pantalla y la impresora. Significa, como bien dice Francisco Herrera, la facilitación de los procesos de enseñanza-aprendizaje y la posibilidad de aplicar fórmulas didácticas que no podrían existir sin estas herramientas tecnológicas. Pero hay que ser críticos a la hora de la utilización de algunas aplicaciones. A veces el sensacionalismo puede con la eficacia real de los recursos. Hay páginas dedicadas a trabajar aspectos curriculares que tienen un aspecto que nos seduce. Luego, a la hora de llevar a cabo las actividades, comprobamos que no son más que una copia , eso sí, informatizada, de cualquier ejercicio habitual en el aula sacado de un libro de texto. Pero también es verdad que hay programas, aplicaciones y páginas que ayudan al dominio de las áreas curriculares (hablo de E. Primaria y Secundaria sobre todo) y que son una eficaz ayuda cuando el profesorado se encuentra con dificultades de aprendizaje. Creo que todo lo que contribuya al desarrollo de las capacidades de los alumnos, tiene que ser aceptado y utilizado. Sean recursos tecnológicos o de cualquier otro tipo. La tecnología no es una finalidad en sí misma, es un medio para alcanzar otros fines, al igual que el resto de recursos educativos.
Buenos días.
Es un bonito debate, y como buen debate, siempre hay opiniones a favor y otras en contra. Yo me considero más tecnofílico que tecnofóbico. Me gustan las TIC, y considero que, de acuerdo con algunos compañeros, todo en la vida tiene que estar equilibrado.
Algunas de las ventajas de las tecnologías en la clase de español son las siguientes: hay una mayor globalización de la información, se produce un adecuado desarrollo de las destrezas de comunicación interpersonal y de autoaprendizaje, hay mayor interactividad con los materiales y recursos y con los profesores y con los alumnos. Además, normalmente el entorno es agradable e incrementa la motivación. Además, se produce un acercamiento mayor intercultural e interdisciplinar.
No obstante, aunque, como se comenta, haya habido alguna experiencia desagradable con las tecnologías, no hay que desesperarse y hay que seguir hacia delante e intentar mejorar en su utilización. Considero, en este sentido, que es muy importante saber pedir ayuda a los compañeros para que ese aprendizaje en el uso de las TIC, sea más rápido y menos traumático. He conocido en mi trabajo a compañeros que han tenido una actitud de verdadero rechazo a los ordenadores y las TIC. Ellos han vivido otra época sin tanto uso de las tecnologías y les produce una gran desmotivación.
Lo adecuado, en mi opinión es utilizar las tecnologías pensando en lo que el alumnado necesita en cada momento, y siempre adaptado a su formación inicial de manera que se cumplan los objetivos previstos y haya una verdadera comunicación y se produzca una colaboración entre iguales. El objetivo final es conseguir que haya una mejora del desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Saludos cordiales.
Fernando