Nos centramos en este artículo en la o de “organización social de la clase”. Si el aprendizaje de cualquier materia debe combinar el trabajo individual con el trabajo grupal, el aprendizaje de una lengua segunda o extranjera exige dicha combinación en mayor medida ya que para comunicar y comunicarse se necesita interactuar, es decir, la presencia inevitable del otro o los otros.

Tanto alumnos como profesores están acostumbrados a trabajar en la clase alternando diferentes tipos de agrupamiento. De hecho, uno de los indicadores que nos habla del manejo del profesor es su capacidad para gestionar la organización social del aula en función de los objetivos, contenidos y tipología de actividades propuestas. Pero, ¿cómo conseguir que el alumno desarrolle su autonomía dentro de las distintas agrupaciones?

Aunque hay tantas formas de organizar el aula como contextos de aula existen, podemos afirmar que básicamente giran en torno a estas tres modalidades: individual, pequeño grupo y gran grupo clase. En cada una de estas agrupaciones debemos promover con nuestra intervención la autonomía de aprendizaje. He aquí tres sugerencias que pueden ayudarnos:

  1. Si una misma actividad puede hacerse con diferentes agrupaciones deja a los alumnos que decidan cómo desean hacerla.

Hay gente que prefiere ir de compras sola porque le da total libertad para decidir dónde va, qué desea comprar, cuánto tiempo se quiere quedar, cuánto se gastará… Otras personas, en cambio, asocian ir de compras con salir con algún amigo de confianza que le aconseje sobre cómo le queda la prenda. Del mismo modo, en el aula, hay alumnos que prefieren hacer ciertas actividades de manera individual y otros que rápidamente empiezan a compartirlas con algunos de sus compañeros. Te sorprenderá descubrir cómo los alumnos pueden también asesorarte acerca de cuánto tiempo desean para hacer la actividad, si pueden o no usar el diccionario, si prefieren escribirlo todo o decirlo mejor oralmente…

  1. Si no tienes claro cómo agrupar a los alumnos para realizar una actividad reflexiona con los alumnos acerca de cómo suelen hacer dicha actividad en su vida fuera del aula.

No es nada infrecuente proponer agrupamientos en clase que distan bastante de cómo se haría dicha actividad en la vida fuera del aula. Esto repercute de manera inconsciente en una falta de motivación por parte de los alumnos. De este modo, no resulta coherente pedir a los alumnos que lean en voz alta un texto si el resto de los compañeros tienen el mismo texto a su disposición. Cuando alguien lee un texto es porque los demás no disponen de él. Por ejemplo, podemos dar una carta de un restaurante a un miembro de un pequeño grupo de 3 o 4 personas para que al leerlo  los demás decidan qué desean tomar. Esto favorecerá una interacción natural (confirmar información, pedir que repita algo, preguntar por algo desconocido, decidir si pedirán para compartir o individualmente…)

  1. Cuando pidas a los alumnos realizar una cierta actividad no les proporciones todos los recursos necesarios desde el principio; así tendrán que desarrollar estrategias compensatorias y se harán más autónomos.

Una de las funciones del profesor suele ser dar los recursos necesarios para que el alumno pueda realizar con éxito las distintas actividades propuestas. Si probamos a pedirles a los alumnos que realicen ciertas actividades en grupo sin ayuda previa del profesor, esto favorece  el trabajo en equipo, el descubrimiento autónomo, el pensamiento crítico y, sobre todo, el desarrollo de la competencia estratégica y la autonomía. Una vez que lo han intentado, reflexionamos con ellos acerca de qué problemas han tenido y cómo lo han intentado solucionar. En ese momento, los alumnos sí que están preparados para “escuchar” las explicaciones de su profesor acerca del funcionamiento de la lengua. Entonces les pedimos que vuelvan a hacer una actividad similar para que tomen conciencia de cómo han mejorado en su ejecución.

Recuerda que un grupo autónomo libera al profesor para estar más pendiente de qué y cómo aprenden sus alumnos.

Antonio Orta

Responsable del departamento de español de Clic International House Sevilla

Antonio Orta es director del departamento de formación de profesores de Clic International House Sevilla. Licenciado en Filología Hispánica y Doctor en Lenguas Modernas y Español como Lengua Extranjera. Profesor colaborador en programas de posgrado de las universidades Pablo Olavide, Valencia y Barcelona. Coautor de Soy profesor/a. Aprender a enseñar de la editorial Edelsa y de La formación del profesorado de español: innovación y reto de la editorial Difusión.

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