Cuando un profesor se plantea llevar la realidad al aula, lo intenta desde diferentes perspectivas; adapta los temas a lo que sucede en la calle, intenta que su discurso se acerque al que usa cotidianamente y se esfuerza porque las tareas que plantea se acerquen lo más posible al contexto del estudiante.
El resultado de ese esfuerzo es muchas veces una tarea realista, pero pocas veces logramos que los estudiantes realicen una tarea real en el aula, un entorno que por su propia naturaleza es tremendamente antagónico al concepto de aprendizaje natural.
De esta forma, “organizar un fin de semana con los compañeros” es un perfecto ejemplo de tarea realista, se enmarca dentro de lo que rodea al estudiante… pero si lo pensamos bien, no es una tarea real porque en contadas ocasiones podrían darse las circunstancias para realizarla, la tarea queda como un producto ficticio desvinculado en muchas ocasiones de lo tangible para el estudiante.
Pues bien, en este contexto es en el que las tareas digitales y entre ellas las audiovisuales, adquieren realmente protagonismo.
¿Por qué en lugar de organizar el viaje, no montamos un video para convencer a los compañeros sobre las bondades de un determinado destino?
¿Por qué en lugar de describir nuestro cuarto de forma tradicional, no hacemos un montaje con fotos y audio reales del mismo?
¿Por qué el resumen de su estancia en nuestro país no puede ser una secuencia de imágenes comentada por el propio estudiante?
En un mundo donde la imagen tiene cada vez más protagonismo, el aula no puede permanecer de espalda a las pantallas. En este enlace podéis ver un ejemplo de lo que comento. El trabajo con tareas audiovisuales tiene numerosas ventajas:
- Ayudan a la integración de todo tipo de estudiantes.
- Permiten trabajar e integrar el componente lingüístico, sociocultural y pragmático.
- Se presta atención a otro tipo de competencias generales e “invisibles” que pueden ayudar a mejorar las competencias lingüísticas.
- Les ayuda a ser actores participativos y protagonistas de sus propias tareas.
- Dan una nueva dimensión a la idea de trabajo cooperativo.
- Fomentan el desarrollo de una nueva inteligencia de tipo simultáneo.
- Estimulan la creatividad, la motivación y la cohesión del grupo.
- Ofrecen genuinidad y realidad.
Claro que también pueden plantearse algunos problemas:
- No todos controlan la tecnología, incluso puede haber algún tecnófobo.
- Miedo y reticencia a grabarse en audio o video.
- Alumnos con estilos tradicionales de aprendizaje.
- Falta de tiempo en la clase.
- Los problemas tecnológicos de siempre con algunos programas o aplicaciones.
¿Y vosotros, os atrevéis?

Juan de Dios López Rael
Profesor de español y formador de profesores , CLIC IH Sevilla
Licenciado en Filología Hispánica y Máster de ELE por la universidad Pablo de Olavide. Formador de profesores y tutor en línea de los cursos de formacionele.com.
Si quieres, puedes leer otras contribuciones suyas en este blog.
Considero que el alumnado tiende a concebir el aula como un espacio intrínsecamente artificial e inherentemente descontextualizado. Esta reticencia inicial no implica necesariamente que no pueda ser modificada para que el aula deje de ser percibida y vivida como un espacio ajeno para convertirse en un espacio personal, en “nuestro” espacio.
El auge imparable de las tecnologías y la presencia de las mismas en nuestras rutinas nos abre un horizonte de medios disponibles que pueden ser utilizados en el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera. El alumnado, en su gran mayoría, está en permanente contacto con los medios tecnológicos. Por ende, el empleo de este tipo de instrumentos abre un abanico de oportunidades para que el aprendizaje pueda ir más allá de los límites físicos y vivenciales del aula habilitando un canal de aprendizaje más contextualizado, más dinámico y más autónomo.
Por otro lado, el empleo de los medios tecnológicos posibilita que la percepción del aula, que anteriormente se mencionó que podría ser inicialmente artificial y descontextualizado, pueda transformarse para construir un espacio en el que el alumnado proyecte sus intereses, sus vivencias y sus aspiraciones. La transición de la interpretación del aula como un espacio opaco a ellos hacia la interpretación del aula como un espejo que refleje la dimensión más personal del alumnado está fundamentada en la supeditación de los medios tecnológicos a una capacidad que es, desde un prisma personal, esencial: la creatividad.
Las actividades destinadas a crear pequeños poemas, cortometrajes y/o murales fotográficos que se introduzcan en el aula ( y que permanezcan en ella) permiten que las alumnas y los alumnos se proyecten implícitamente mediante sus creaciones. Las actividades que tengan como motor la creatividad es una posibilidad, nada desdeñable, de constituir un espacio cálido, personal y que sea percibido por el alumnado como un espacio propio. La creatividad y los medios tecnológicos a nuestra disposición permiten al alumnado apropiarse de un espacio inicialmente ajeno.
En conclusión, la creatividad es un impulso personal que puede ser empleado en el proceso de aprendizaje y en la redefinición del aula para un aprendizaje más afectivo, más personal y más lúdico.