Una de las tareas que con más frecuencia asalta en el aula a los profesores de español como lengua segunda y extranjera es la de crear definiciones. Y digo “crear” porque raramente nos paramos a buscar en el diccionario las entradas correspondientes.
Reflexión práctica: usa los diccionarios como recurso de aprendizaje cada día en tus clases. Esto hará que los alumnos sepan cuándo y cómo usarlo.
La casuística es de lo más variopinto. Definimos toda suerte de constructos: unidades léxicas más o menos complejas, terminología lingüística, contenidos culturales.
Reflexión práctica: ha llegado el momento de aprender ciertas pautas que nos ayuden a definir de manera adecuada y coherente.
Los expertos en la materia nos alertan de la dificultad de dar definiciones precisas en todos los casos: Casares (1950) afirmaba que en el lenguaje no hay una correlación estable entre palabra y concepto. Al tratarse de un signo no natural, cuando se presenta aislada es solo un núcleo de posibilidades significantes. La claridad, la presencia de ejemplos e ilustraciones y la atención preferente al contexto deben prevalecer. (Garrido y Montesa, 1994).
Reflexión práctica: selecciona buenos ejemplos contextualizados y adecuados a las necesidades de los alumnos.
Una posibilidad muy recurrente de hacer una definición es acudir al hiperónimo y luego diferenciarlo de sus cohipónimos. Ej. perro: mamífero doméstico de la familia de los cánidos.
Reflexión práctica: intenta al definir, ir de lo general a lo específico
Otra opción sería hacer una definición ostensiva, haciendo alusión directa a un objeto que lo contenga: azul= del color del cielo.
Reflexión: En la clase de español nos interesa mucho este tipo de definición para crear relaciones entre las palabras.
Por último, puede sernos de gran utilidad con niveles avanzados acudir a definiciones enciclopédicas para reconocer todos los componentes que constituyen la unidad léxica a definir.
Reflexión: Los componentes que se mencionen no deberían ser más complejos que lo definido. Se trata de un problema de adecuación.
Así que ya sabes: consulta el diccionario, implica a los alumnos en la búsqueda de definiciones, selecciona buenos ejemplos y busca coherencia y precisión. Cuanto más claridad y unidad de criterios en los conceptos, mayor entendimiento.
Derechos de la imagen de este artículo: Manuel.

Antonio Orta
Responsable del departamento de español de Clic International House Sevilla
Antonio Orta es director del departamento de formación de profesores de Clic International House Sevilla. Licenciado en Filología Hispánica y Doctor en Lenguas Modernas y Español como Lengua Extranjera. Profesor colaborador en programas de posgrado de las universidades Pablo Olavide, Valencia y Barcelona. Coautor de Soy profesor/a. Aprender a enseñar de la editorial Edelsa y de La formación del profesorado de español: innovación y reto de la editorial Difusión.
Si quieres, puedes leer otras contribuciones suyas en este blog.
Este apartado dedicado a la unidad léxica es muy interesante. Perfeccionar el apartado de la unidad léxica es un tema que requiere de cierta importancia. Sin embargo, si no tenemos cuidado, durante la clase se nos llena el apartado del vocabulario rápidamente por las preguntas de los alumnos y por los objetivos a conseguir. Quizás, el vocabulario objetivo sí debería estar presentado como una unidad léxica, aunque si escribimos el vocabulario «no objetivo» de la clase sin su unidad léxica, las palabras quedan aisladas y fuera de su contexto. Pero por otro lado, si los dos vocabularios se presentan como unidades léxicas, el número lógico y razonable de unidades léxicas se dobla o triplica. Buscarlas en el diccionario, sí; darles la unidad léxica, sí; unirlas a comparaciones reales y cercanes, también; pero qué pasa con ese vocabulario fuera del objetivo de la clase realmente: que los alumnos lo van a estudiar todo, sean o no unidades léxicas.
Tienes razón, María.
Lo importante siempre es mantener los criterios de adecuación por los que seleccionamos los objetivos y contenidos de las clases: necesidad, frecuencia, utilidad y dificultad. Todo ello teniendo muy en cuenta los intereses de los alumnos. Se podría reflexionar con los propios estudiantes al final de cada clase qué vocabulario les parece el más importante para guardar en un glosario común:)