Dentro del gran entramado de tácticas pragmáticas, merecen especial atención aquellas destinadas a atenuar nuestro discurso. Todos nos encontramos frecuentemente con enunciados correctos pero inadecuados desde un punto de vista de cortesía pragmática pues nos dejan a nosotros o al interlocutor totalmente al descubierto. Está claro que la necesidad de filtrar y matizar es universal pero es en las fórmulas que utilizamos para ello donde las diferencias pueden ser abismales.

Os proponemos un ranking de las cinco tácticas que pensamos que nuestros estudiantes no deberían perderse.

Cuando puedas… Todo un clásico, la temporal orientada al futuro que ejerce presión sobre el interlocutor pero deja un “falso” margen de libertad. La usamos tanto en contextos formales como en las transacciones más habituales de la vida diaria como pedir la cuenta o demandar atención. Aunque aparece asociada a otros verbos, la combinación más frecuente es con “poder” por lo que no parece haber inconveniente en trabajarla como un bloque incluso en niveles iniciales.

No me lo tomes a mal… Curiosa esta forma que tenemos de alertar a nuestro interlocutor, lo que voy a decir a continuación puede ofenderte pero no tengo esa intención ¿o sí? La usamos normalmente en consideraciones negativas del comportamiento de los otros y es una de las técnicas que nos permite ser sinceros pese a que pueda quedar dañada la imagen del otro. Curiosamente hay toda una gran familia de expresiones análogas (no quiero molestarte, no me lo tengas en cuenta, no es que tenga nada en contra…) con las que el emisor intenta relativizar sus juicios u opiniones.

Como muy… Aquí la atenuación está más centrada en lo semántico, utilizamos este mitigador cuando la cualidad que hemos elegido nos parece excesiva pero sabemos que no hay otra forma de decirlo, ese postre que nos han preparado y que definimos “como muy dulce”. También tenemos una amplia nómina de recursos que nos ayudan a minimizar los efectos de determinadas características, sobre todo son cuantificadores como algo, un poco, bastante….

Hay que… Como en la mayoría de las expresiones de impersonalidad, de lo que se trata es de la ocultación del tú para realizar una petición o una orden indirecta, es decir, disfrazamos la autoridad dentro de lo colectivo. No hay ninguna duda sobre la eficacia y rentabilidad de las estructuras impersonales que nos pueden servir tanto en negociaciones de tipo doméstico como en contextos educativos o profesionales.

…¿no? Cuántos posibles conflictos diarios salvamos gracias a esta pregunta al final de un enunciado problemático, pero realmente ¿mostramos duda? ¿Buscamos una reafirmación? ¿Perseguimos una complicidad de tipo emocional con nuestro interlocutor? Probablemente la respuesta sea sí para las tres y la situación comunicativa hará que predomine una de las intenciones sobre las otras.

¿Se te ocurre algún imprescindible más de la atenuación?