Me parece que no todos los estudiantes entienden el papel del profesor que encuentran en el aula de nuestros centros. Creo que esperan encontrar ese profe estrella que llega a todo y que todo lo sabe; resuelve todas nuestras dudas, organiza todo el trabajo escrupulosamente, da los turnos de palabras, aporta los temas sobre los que se trata, tiene don de gentes y autoridad. Hay quien los echa de menos también en otros contextos, lo veo todos los días en los colegios de mis hijos a través de comentarios de los padres y profesores del sistema formal.
Yo me pregunto si nosotros los profesores no deberíamos analizarnos y plantearnos si en otros ámbitos de nuestra vida también valoramos muy positivamente a especialistas que nos orienten en absolutamente todo, que controlen todo lo que atañe a su área, tanto conocimientos como procesos. Me parece a mí que todavía buscamos a esos maestros que nos dejaban con la boca abierta por sus conocimientos y don de gentes, así que no es de extrañar que nuestros estudiantes hagan lo mismo en muchas ocasiones. Nosotros sabemos que esto no tiene tanto valor en un proceso real de aprendizaje pero ¿cómo explicarlo y enseñarlo en el aula? , es decir, ¿cómo demostrarlo?
Tenemos muy claro que no es esto lo que queremos porque así no podríamos enseñar la autonomía, el fin último de todo aprendizaje. Nos interesa que el aprendiente sienta curiosidad por descubrir por sí mismo, que aprenda a buscar a personas idóneas que les ayuden (no sólo nosotros existimos), lugares en donde haya información relevante, participar en actividades en las que puedan desarrollar sus capacidades de forma independiente, aprovechar las habilidades de los compañeros. En definitiva, intentamos enseñar a poder prescindir de nosotros, dicho de forma exagerada, no a adorarnos.
Por otra parte, se podría pensar que lo que más les molesta a algunos estudiantes es que el profesor, «guía espiritual», les devuelva la palabra continuamente ante sus dudas, o, peor aún, les proponga responder a otros compañeros, ¡con lo fácil que es explicar las cosas directamente! Para empezar, piensan, es mucho más rápido presentar la gramática explícitamente y después hacer ejercicios, como toda la vida de Dios, y una vez más topamos con el problema de las prisas en el aprendizaje. La cuestión, entonces, es demostrar lo contrario, no, no es más rápido y con el descubrimiento guiado se activa la mente, se llega a un conocimiento más seguro y duradero.
En este punto deberíamos examinar también nuestras propias creencias ya que una cosa es hacer un curso de formación de profesores en donde se nos cuente esto y otra creer verdaderamente en el sistema y así poder demostrar a nuestros estudiantes las excelencias de nuestro enfoque por tareas.
Está claro que una metodología exige un rol del profesor diferente a otra pero ¿qué es lo que le más descoloca a algunos alumnos, ese profesor “descentralizado” o su forma de presentar lenguaje? ¿Ese profesor que parece empeñado en jugar todo el tiempo o esa manía de poner a los estudiantes en parejas para todo?
Ante esto, no debemos perder nunca el horizonte y explicar continuamente en el aula por qué trabajamos dentro de un enfoque y no dar por sentada la bondad del sistema ya que nuestros alumnos no tiene por qué venir del mismo lugar que nosotros.
Para terminar, me quedé impresionada hace poco escuchando a unos amigos de mis hijos (11 y 13 años) hacer comentarios de un profesor de la escuela, resumiendo, decían que hablaba demasiado de su vida personal y eso no tenía nada que ver con la asignatura y que jugaban a muchas cosas y era muy divertido pero tampoco eso servía para sacar un 10 en el examen. Minimizando el hecho de que realmente no sé si aprenden o no con estos juegos, me asustó un poco la comodidad con la que aceptan el rol tradicional del docente.

Concha Wenger
Profesora de español y formadora de profesores, CLIC IH Cádiz
Concha es profesora de español y formadora de profesores en Clic International House Cádiz.
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Pues sí, Mar, estoy de acuerdo en gran parte de lo que dices.
La autonomía es la palabra clave de cualquier plan curricular pero yo me pregunto qué lugar real ocupa en nuestras planificaciones y actividades de clase. Por otro lado, las nuevas tecnologías, en mi opinión, deben ser herramientas al servicio de una teoría de aprendizaje en caso contrario, lo mismo nos da leer en un papel que en un ordenador, no habrá diferencias sustanciales en el proceso de enseñanza.
¡¡Genial reflexión!! Desde mi experiencia en la docencia universitaria, los nuevos planes de estudio promueven un tipo de estudiante mucho más dependiente del profesor y menos autónomo. Se nos requiere un seguimiento, un dar facilidades, un supervisar todo y un feedback constante que, independientemente de las ventajas de una enseñanza personalizada, tiene como consecuencia que los estudiantes no asuman su responsabilidad en el aprendizaje.
Igualmente, las nuevas tecnologías han tenido un impacto muy negativo en la capacidad crítica de los alumnos. Ya no piensan por sí mismos: piden a las máquinas que lo hagan. Si les pido un ejemplo en clase, antes de pensarlo lo buscan en Google y ofrecen la respuesta sin pasarla por su propio filtro lógico. Esto me da miedo. Estamos perdiendo la capacidad de preguntar, de reflexionar, de ser críticos y de buscar nuestras propias respuestas. Asumimos con demasiada facilidad las respuestas de otros. Creo que, en ese sentido, el papel del profesor del siglo XXI tiene que ser fomentar en sus estudiantes la capacidad crítica, la curiosidad y el desarrollo de estrategias para buscar respuestas que vayan más allá de teclear un par de frases en un buscador de Internet.