La manera como nos comunicamos con los demás y con nosotros mismos en última instancia determina la calidad de nuestra vida (Anthony Robbins).
Oí hablar por primera vez de la comunicación no violenta (CNV) o comunicación empática gracias a una amiga y enseguida comprendí el gran servicio que este proceso de comunicación podía ofrecerme en todos los ámbitos de mi vida. La CNV persigue mejorar la calidad de las interacciones y fomenta una comunicación más empática contigo mismo y con los demás. Además, su perspectiva de la comunicación en las relaciones humanas y su sencillez me cautivó inmediatamente.
La comunicación no violenta es un modelo desarrollado por el psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg (1934- 2015) que busca la empatía, la sinceridad, la claridad y la eficacia en la comunicación. Usa la expresión “no violenta” con la misma intención que lo hacía Gandhi, es decir, se refiere a la compasión que aflora naturalmente en los seres humanos cuando renunciamos a la violencia.
Comunicación no violenta es aquella en la que el lenguaje empleado no hiere ni ofende ni a los demás ni a nosotros mismos. Según Rosenberg la “violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y o la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede”.
Este modelo, que comparte conceptos usados en mediación y resolución de conflictos, destaca que el uso que hacemos de las palabras puede ayudarnos a conectar con nosotros mismos y con los demás de manera compasiva. Esto nos permite, en un nivel más profundo, reestructurar nuestra manera de expresarnos y de pensar para ampliar nuestra propia comprensión y construir relaciones más efectivas y armónicas.
Por ejemplo, a veces veo que mis alumnos desconectan cuando uno de sus compañeros toma la palabra e incluso aprovechan para consultar su móvil. Otras, la intervención de un alumno es contestada con vocalizaciones como bufidos, suspiros o burlas por sus compañeros. ¿Qué hacemos en estos casos?
¿Puedes pensar en algún ejemplo de comunicación no empática en el aula?
Créditos de la imagen de este artículo: ϟ†Σ

Reyes Ortega
Profesora de español y formadora de profesores, CLIC IH Sevilla
Licenciada en Geografía e Historia y Máster de ELE por la universidad de Barcelona. Formadora de profesores y profesora en el máster de ELE de la universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Autora de materiales didácticos para formacionele.com.
Si quieres, puedes leer otras contribuciones suyas en este blog.
Creo que cuando este tipo de situaciones tiene lugar en la clase debemos hablar con los alumnos sobre la gravedad de la situación y la necesidad de fomentar la empatía en el aula. El aula debe ser un lugar donde todas las personas que se encuentran en ella se sientan cómodas, aceptadas y escuchadas. Este tipo de situaciones hacen que muchos tengan miedo de expresar su opinión y que por lo tanto se sientan excluidos o desvinculados del grupo. Por lo tanto, estoy muy de acuerdo con Reyes en la necesidad de fomentar la CNV dentro del aula para así poder crear un clima acogedor y tranquilo en el que los estudiantes sientan que forman parte del grupo y disfruten aprendiendo español.
Hoy en día, se escucha hablar cada vez más de la comunicación no violenta porque parece que hemos (finalmente) llegado a entender que donde hay demasiada dureza no existe empatía ni entendimiento. De hecho, si uno logra obtener algún tipo de «respeto» en un ambiente rudo, será más bien por sumisión o por temor que por proprio respeto.
Desafortunadamente, en una clase pueden existir varias formas de ser «violento» o, por lo menos, no empático, con los demás. Como Reyes ya ha mencionado: un comportamiento negativo puede existir entre los alumnos, por ejemplo si uno se burla del error de un otro, pero también puede suceder en la interacción alumno-profesor. Efectivamente, el tono puede fácilmente levantarse cuando no existe comprensión o empatía y muchas veces se debe a la falta de paciencia, a la frustración o a la exasperación.
Estimado Reyes, estoy totalmente de acuerdo con usted en relación con la importancia de la CNV.
Creo que en muchas aulas los profesores no están conscientes del impacto su comunicación no verbal tiene en sus alumnos. Hay varias variables que afecta de qué consiste la CNV en un aula, que van desde la cultura a lo que los estudiantes han experimentado antes en sus vidas. Es casi imposible saber todo sobre todo tus alumnos, especialmente en un clase de 25-30 alumnos, y por eso, creo yo, muchos profesores encuentran problemas con la comunicación no verbal con sus alumnos. Es evidente que en la formación de los futuros profesores es muy importante dedicar tiempo a la comunicación no verbal, de que la comunicación no violenta es una de los partes más importante.
Para responder a su pregunta final: ¿Puedes pensar en algún ejemplo de comunicación no empática en el aula?
Imagine que tiene una clase con estudiantes de diferentes orígenes culturales, y utiliza las estrategias no verbales que usted está acostumbrado desde su propia cultura, directamente aumentan el riesgo a comunicar en un modo no empática.
Para evitar esto es importante, como has decidido tú, conectar con sus alumnos en una manera simpático y empático.
Reyes me encanta el concepto de comunicación no violenta, como te comentaba hace unos días, me parece algo tan novedoso como necesario para hacer un mundo mejor. En las clases se crea un ambiente muy positivo que favorece el aprendizaje, pero en casa también nos puede proporcionar un bienestar y una paz inigualables. Seguiré indagando sobre la CNV e intentando aplicarla en cualquier ámbito.
Una vez más, muchas gracias por compartir tus conocimientos.
Las reflexiones de esta profesora (Responsable de Formación de Profesores de Español para extranjeros (FELE), en International House de Sevilla, me parecen muy interesantes. Dan pie a que el profesor se plantee cómo es la empatía que genera en el aula precisamente por su forma de comunicarse. Cita al psicólogo estadounidense Marshall Rosenberg (1934- 2015), «que busca la empatía, la sinceridad, la claridad y la eficacia en la comunicación»; y que empleaba la expresión “no violenta” con la misma intención con que lo hacía Gandhi, es decir, «se refiere a la compasión que aflora naturalmente en los seres humanos cuando renunciamos a la violencia”.
Son ideas muy lúcidas que abren un panorama enriquecedor para la tarea del profesor (o profesora) en el aula. Según Rosenberg la “violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y o la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede”.
Y no tanto porque grite sino por otras formas más «controladas» de responder, que inconscientemente desvelan esa necesidad de «defenderse» ese «sentirse agredido o agredida».
Considero imprescindible que el profesor se conozca a sí mismo. En otro post de Reyes Ortega en este mismo blog – el siguiente – se profundiza aún más en este campo del autoconocimiento, y en la autoexploración de las causas de nuestras reaciones y sentimientos; y lo hace siguiendo las valiosas aportaciones de este psicólogo. ¡Gracias, Reyes! Esa vía hay que andarla, con autenticidad. Y creo que merece la pena: el conocimiento propio nos prepara para ser más flexibles, y, si eso es necesario par cualquier docente, es aún más necesario si nos dirigimos a estudiantes de culturas, y sensibilidades más diversas, como los estudiantes de español como segunda lengua.