La verdad es que no paran de asombrarme los increíbles resultados que pueden dar los juegos en clase, sobre todo gracias a la competitividad, el afán por ganar y el interés por usar una lengua que no es la materna. El catálogo de juegos que pueden contribuir a la mejora de nuestras clases es bastante amplio.
En este artículo voy a hablar de uno que me ha sorprendido muy gratamente tanto por sus posibilidades como por sus resultados: Timeline Inventos, un juego de cartas en el que hay que ordenar cronológicamente una serie de inventos o descubrimientos.
Instrucciones
La dinámica es muy sencilla. Tenemos ciento diez cartas, cada una con la ilustración de un invento en el anverso y la misma ilustración más su fecha de creación en el reverso. Se reparten cartas a los jugadores y se levanta una en el centro de la mesa con la fecha visible. A partir del invento descubierto y por turnos, habrá que crear una línea de tiempo. A veces los jugadores podrán deshacerse de sus cartas y otras tendrán que robar más del mazo. Ganará el jugador o grupo que se quede antes sin cartas.
En el aula
Para contextualizar lo más sencillo y rápido es usar las mismas cartas del juego. Se escogen tres o cuatro y se les pide a todos que las ordenen ¡y ahí empiezan las discusiones! A continuación se dan las instrucciones, se forman los grupos y se reparten las cartas. Empieza la competición.
Lo que más me gusta de Timeline Inventos es la cantidad de jugo que se le puede sacar. Sin planteárselo previamente se forman auténticos debates sobre la fecha de un invento, se suceden las hipótesis, las ideas, las opiniones y las comparaciones. Todos hablan y todos creen tener razón mientras aumenta la competitividad (ingrediente esencial del juego) y la sorpresa ante las fechas descubiertas.
Una opción que me encanta y que me da muy buenos resultados es trabajar a posteriori con la línea de tiempo que han creado los estudiantes. Les pido que elijan el invento que ha tenido el efecto más positivo para la humanidad y el que ha tenido el efecto más negativo. Tienen que ponerse de acuerdo para después imaginar cómo era la vida antes y después de ese invento. Los resultados pueden ser inesperados con inventos como el alambre de espino, la televisión o la minifalda.
Para la clase de español recomiendo no utilizar las ciento diez cartas. Yo selecciono previamente las que no son muy difíciles, para que tengamos para jugar un par de rondas. Hay que tener especial cuidado con el tiempo, ya que los debates a veces se pueden alargar demasiado.
Tengo que decir que este juego es de los que siempre funcionan bien en clase.
Derechos de la imagen de este artículo: Jugamos una.

Alejandro Tinoco
Jefe de estudios y profesor de español , CLIC IH Cádiz
Alejandro es el jefe del departamento de español de Clic International House Cádiz y ha realizado el máster de enseñanza del español en la UCA.
Si quieres, puedes leer otras contribuciones suyas en este blog.
Me parece un juego muy apropiado para días como el último día de la semana en la que la clase esta cansada de una semana y no van a estar muy concentrados (debido al posible cansancio). Este tipo de juegos activa al alumno y lo obliga a expresar ideas que debe defender a sus compañeros o rebatir la que les dicen, practicando sus comprensión auditiva.
Conocía el juego pero no se me había ocurrido el usarlo de esta manera. Me parece muy interesante pues se promueve la participación entre los integrantes de los equipos y además se consigue un debate entre ellos lo que estimula la expresión oral. Creo que los juegos de mesa son ideales para usarlos en el aula pues fomentan la comunicación entre los jugadores (en este caso entre los alumnos) y además ayuda al dinamismo de la clase.
Recuerdo haber hecho un juego así en alemán y es cierto que ayuda mucho, porque hay que expresar opiniones, hacer comparaciones, defender la propia postura, etc. Hay otro juego parecido en el que cada carta es un personaje involucrado en un problema y los alumnos deben debatir y acordar un orden desde el personaje que tuvo menos culpa hasta el que tuvo más. Como realmente no hay una respuesta correcta, el debate termina siendo muy interesante y ayuda a conseguir fluidez a la hora de hablar.