En el Plan Curricular del Instituto Cervantes se define táctica pragmática como todo aquel recurso lingüístico concreto que sirve a los hablantes para modelizar y mostrar su actitud ante lo dicho y ante el interlocutor, en definitiva, para interactuar con los hablantes siguiendo unas normas básicas de cortesía estratégica. Así, cuando comenzamos un enunciado con “yo no es que tenga nada en contra, pero…” nuestro interlocutor, no solamente es consciente de las reticencias que tenemos ante un hecho sino también del cuidado que estoy poniendo en proteger su sensibilidad respecto al asunto en sí.

A pesar de su importancia, muchas de ellas resultan opacas para nuestros estudiantes y una de las razones es que subestimamos su valor como comodín de eficacia comunicativa para diferentes contextos y las relegamos al ámbito de lo anecdótico o de lo más estrictamente coloquial.

Es verdad que el componente estratégico las hace complejas y requieren un conocimiento muy amplio de la situación comunicativa: actitud hacia lo dicho, personalidad de los interlocutores, características del contexto… pero es cierto que algunas de ellas se podrían aprender como bloques cargados de expresividad para usar ya desde los niveles iniciales.

Aquí te dejamos 7 consejos para trabajar las tácticas pragmáticas en clase.

  1. Siempre que puedas, parte de textos auténticos o lo más cercanos posible a la realidad, sólo así infundiremos “verdad” y crearemos una necesidad adecuada. Algunas de las estrategias les son tan ajenas que necesitamos un contexto muy completo para que se percaten de ellas.
  2. La entonación y el lenguaje no verbal son elementos clave y están indisolublemente ligados a ellas. Intenta trabajarlos como un todo.
  3. Es importante que se trabajen en diferentes situaciones de uso, no es lo mismo intensificar o atenuar en una entrevista de trabajo que en una conversación coloquial. Debemos tener en cuenta también que se pueden trabajar como objetivo, pero también como complemento en cualquier momento de interacción.
  4. Recuerda que menos es más, es mejor trabajar pocos exponentes pero flexibles, que un abanico excesivo e inabarcable. Se pueden incluir en nuestro día a día de clase, en el aula se producen multitud de situaciones que favorecen su utilización.
  5. A veces seremos poco formales; es posible que se trabajen tácticas que resultan no normativas e incluso agramaticales.
  6. No es necesario esperar a niveles superiores para trabajarlas, hay estructuras muy sencillas y accesibles para los niveles iniciales.
  7. Por último, sé cauto. Un uso inadecuado de estos mecanismos puede poner en riesgo la imagen de nuestros estudiantes.

Juan de Dios López Rael

Profesor de español y formador de profesores , CLIC IH Sevilla

Licenciado en Filología Hispánica y Máster de ELE por la universidad Pablo de Olavide. Formador de profesores y tutor en línea de los cursos de formacionele.com.

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